Apenas ha transcurrido un día entre el anuncio de ETA de que rompía el alto el fuego y el envío de Iñaki de Juana Chaos a la cárcel. El preso etarra que para el PP ha simbolizado la cesión de José Luis Rodríguez Zapatero ante ETA, se convirtió ayer en el símbolo de la firmeza que el Gobierno quiere mostrar ante la amenaza de la banda. Pese a que algunos miembros del Ejecutivo desvincularon el traslado del recluso a la cárcel de Aranjuez (Madrid) al anuncio de la organización, es evidente el cambio de criterio de Interior tras el desafío etarra. De hecho, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, reconoció ayer que "las circunstancias han cambiado".

El máximo responsable de la lucha contra el terrorismo adelantó el martes, el mismo día que los pistoleros anunciaron su intención de volver a las andadas, que "en ningún caso" De Juana terminaría de cumplir su condena en su casa bajo control telemático. Sin embargo, el pasado jueves, cuando trascendió que el Hospital Donostia tenía intención de darle el alta, el Ejecutivo era partidario de enviarle a su domicilio. Fuentes de Instituciones Penitenciarias recordaban que el juez en marzo ya había autorizado que el recluso terminara de cumplir la condena en su domicilio.

DISPERSION DE PRESOS Pero el Gobierno no llegó a tomar la impopular decisión, probablemente porque sabía que ETA estaba dispuesta a romper la tregua, tal como le habían advertido las fuerzas de seguridad. A esto hay que añadir que De Juana se negaba a ponerse la pulsera electrónica con la que Prisiones controlaría sus movimientos. Sin embargo, la respuesta del Ejecutivo era siempre la misma: no actuaban porque no habían recibido "oficialmente" el alta. Una vez que la banda escenificó la ruptura de la tregua, el Ministerio del Interior dio ayer la orden de que el preso fuera trasladado a una cárcel y, siguiendo la política de dispersión de presos, fuera del País Vasco.

Rubalcaba justificó su decisión en que "las circunstancias han cambiado" y el Estado debe ser "firme e inteligente". Zapatero, que fue bastante más opaco, señaló que "el Gobierno toma las decisiones que considera más oportunas en cada momento", en referencia a la coyuntura actual. Aun así, desvinculó el caso de De Juana del proceso de paz al responder que se trata de una decisión judicial que "tiene poco que ver con la política de fondo, con las cuestiones más amplias de política antiterrorista". En la misma línea, el secretario de Estado de Justicia, Julio Pérez, aseguró que el traslado del etarra "no guarda relación" con el anuncio de la banda.

Instituciones Penitenciarias alegó que su decisión se debe a que ha desaparecido el riesgo de muerte. No obstante, De Juana aún sufre algunas secuelas de su prolongada huelga de hambre. Por eso, fue ingresado en la enfermería de la cárcel. Además el juez de vigilancia penitenciaria, que avaló la actuación de Interior, autorizó a que salga del centro cuando tenga que acudir a médicos especialistas.

ICONO ABERZALE Aunque Zapatero desvinculó el envío del etarra a la cárcel del proceso de paz, la reivindicación del preso puso contra las cuerdas al Gobierno. De Juana se convirtió en un icono para la izquierda aberzale, que llenó las calles de Euskadi con sus fotos, mientras el PP y las víctimas pedían a Zapatero que no cediera.

Ayer la izquierda aberzale interpretó el movimiento del Ejecutivo como una venganza ante el desafío de ETA. Incluso el PNV reprochó a Zapatero que actuara a "golpe de coyuntura". El PP, por su parte, se felicitó de la decisión, aunque señaló que llega demasiado tarde.