El Gobierno vasco reaccionó ayer con indignación ante las palabras del ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, que reprochó al Ejecutivo vasco y a la Ertzaintza no haber impedido el "espectáculo grotesco, anacrónico e inaceptable" de tres etarras encapuchados el sábado en Oiartzun (Guipúzcoa). El consejero de Interior, Javier Balza (PNV), exigió al ministro una "rectificación" y le acusó de "irresponsable" por tratar de "escurrir el bulto". Con los informes sobre lo sucedido casi terminados, Balza calificó de "terrorismo puro y duro" la proclama de los encapuchados de continuar "con las armas en la mano" hasta la independencia y los disparos al aire. Pero precisamente por tratarse de terrorismo, explicó que la competencia en torno a estos hechos afecta a "todas" las fuerzas de seguridad y no solo a la policía vasca.

Este intercambio de acusaciones constituye el primer rifirrafe público entre los gobiernos vasco y central desde que ETA declaró el alto el fuego, y quiebra la sintonía que se venía manteniendo entre Ibarretxe y Zapatero en relación con el proceso de paz.

LEALTAD La airada reacción de Balza prueba el grado de malestar que causaron las críticas del ministro. El consejero recordó que el Ejecutivo vasco se ha comportado con "absoluta lealtad" hacia el Gobierno de Zapatero, por lo que pidió a este de que avise de si han cambiado "las claves" de la relación. Reconoció que el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, sí le facilita "información suficiente".