Fue más que un debate, fue una gran escenificación, en la que todos se esforzaron por asegurarse un momento de protagonismo: las divididas asociaciones de víctimas del terrorismo, los radicales aberzales, las instituciones vascas y sus señorías. Una frenética actividad mediática se desarrolló a lo largo de la jornada a las puertas de la Eurocámara, dentro del hemiciclo y en los pasillos y en las salas de reunión de la institución.

En la tribuna de la Eurocámara convivieron pacíficamente representantes de las víctimas del terrorismo y miembros destacados del entorno político de ETA, como el exeurodiputado Koldo Gorostiaga y el secretario general del sindicato aberzale LAB, Rafael Díaz Usabiaga. Un símbolo de los nuevos tiempos y quizá una esperanza futura.

La anunciada concentración de simpatizantes de Batasuna frente a la Eurocámara comenzó con varias horas de retraso, porque los diez autocares fueron retenidos en la frontera de Irún. Junto a una ikurriña gigante y ante 500 personas, el dirigente de Batasuna Joseba Alvarez intentó presentar el debate y la resolución de la Eurocámara en favor del diálogo con ETA como un éxito de los extremistas aberzales, cuando en realidad la carta de Batasuna a los eurodiputados restó apoyo a la resolución aprobada y dio argumentos al grupo popular para rechazarla.

Con banderas españolas

Para contrarrestar a los radicales, una treintena de españoles se concentraron ante la entrada de la Eurocámara enarbolando banderas españolas, con las que llegaron casi a envolver a sus niños pequeños, para expresar su rechazo al diálogo gubernamental con ETA. Un poco más allá y al margen de esos pulsos, un espontáneo repartía octavillas para promover la unión de Galicia con Portugal en una república federal.

En la Eurocámara, los nervios del líder socialista español, Enrique Barón, le llevaron a proponer sustituir el proyecto de resolución común por la poco clara declaración del comisario Franco Frattini para intentar atraerse el voto del grupo popular. Pero la propuesta fue rechazada por liberales, verdes e izquierda unitaria, y abandonada como si nunca hubiera existido.

Mucho más productivas fueron las maniobras subterráneas del PP para someter a un tercer grado a los diputados liberales y evitar que votaran la resolución. Los siete liberales alemanes no votaron y otros seis se abstuvieron. Por muy poco no lograron su objetivo de impedir el respaldo de la Eurocámara al Gobierno. El eurodiputado liberal Ignasi Guardans (CiU) consideró "indignantes las mentiras del Partido Popular".