Once días después de su fallecimiento, la familia pudo enterrar a Juan Martínez Galdeano en una emotiva y multitudinaria ceremonia que acabó con los insultos y gritos de los vecinos ante el cuartel de la Guardia Civil.

Poco después de las 10 de la mañana, escoltado por agentes de la policía local, el cadáver del agricultor llegaba a la iglesia del Rosario, que se quedó pequeña para acoger a los cerca de 300 vecinos que acudieron a despedirle. Tras la misa, la comitiva se dirigió al cementerio, donde se vivieron los momentos más duros. La joven viuda, con la que Juan se casó en segundas nupcias hace pocos años, no pudo soportar la tensión, perdió el conocimiento y tuvo que ser evacuada.

El municipio había previsto a continuación una concentración silenciosa ante el ayuntamiento, pero espontáneamente, los vecinos se dirigieron primero a los juzgados y después al cuartel de la Guardia Civil, donde el silencio fue roto por gritos de "asesinos, asesinos". La indignación era patente entre los vecinos, que recordaban a Juan como una "buena persona, que no merecía morir como un perro"."No hay derecho a que le hayan hecho eso", apuntaba un vecino. "Que acudas a la Guardia Civil para pedir socorro y te maten de esa manera... Si llevaba dos copas encima, tampoco es para acabar así", lamentaba.