Josep Lluís Carod-Rovira tenía prisa. Su chófer pisó demasiado el acelerador y dos agentes de la Guardia Civil fueron avisados por el radar de que se acercaba un coche que superaba el límite de velocidad: iba a 175 kilómetros por hora (el límite era 120). Fue en noviembre, en la AP-68, a la altura de Alagón (Zaragoza). Los agentes detuvieron un Volkswagen blanco que circulaba en dirección a Lleida, procedente del norte, en el que viajaban cuatro personas. Delante, dos integrantes del cuerpo de los Mossos d´Esquadra. Detrás, el vicepresidente de la Generalitat --quien, por cierto, no tiene carnet de conducir-- y una mujer.

Cuando la pareja de agentes pidió la documentación al conductor, este se identificó como policía autonómico e informó de a quién estaba llevando y de que tenían prisa, lo que no impidió que le pusieran una denuncia.

En el pliego de descargo, los agentes implicados argumentaron que estaban haciendo un servicio urgente y llevaban encendida la sirena, algo que los guardias civiles negaron. Finalmente, el conductor recibirá una sanción de 450 euros, un mes de suspensión del carnet de conducir y una merma en su expediente de cuatro puntos.