El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no dedicó ni un segundo de su mitin de ayer en Rodiezmo al tema estrella del verano urdido por el PP: las supuestas escuchas ilegales y la persecución a los populares por parte del Gobierno. La única referencia elíptica al caso por parte de Zapatero se produjo cuando se preguntó a qué había dedicado la oposición los últimos meses y dijo que, algunas cosas, "es mejor ni recordarlas".

Y es que ya viene siendo tradicional que en el reparto interno de papeles del PSOE se reserve al presidente un papel a menudo institucional y alejado de la batalla partidista y de las denuncias de corrupción. Solo en contadas ocasiones durante las campañas electorales Zapatero ha bajado a la arena citando a los casos que afectan a los populares. Ha sido en momentos en los que el PSOE apreciaba que era necesario movilizar más a su electorado.

En León optó por el silencio y cedió las réplicas más duras al PP a alguien especialmente avezado en estas tareas: el exvicepresidente del Gobierno y actual dirigente de la Fundación Pablo Iglesias, Alfonso Guerra.

En su ya clásico tono mitinero, a medio camino entre lo ácido y el chascarrillo, Guerra sostuvo que los populares tienen razón al denunciar espionaje, pero que se equivocan de bando, porque este procede de sus propias filas: del Gobierno de la Comunidad de Madrid.

ALERGIA A LA DEMOCRACIA El dirigente acusó abiertamente al principal partido de la oposición de no asumir y de "tener alergia a la democracia", porque protesta cuando se detiene a sus militantes y confunde sus casos de presunta corrupción política con un proceso inquisitorial contra ellos. Guerra recordó el caso Gürtel , los escándalos de corrupción del PP en Mallorca y el caso Camps . Ahí fue donde consiguió casi más aplausos que Zapatero en su discurso posterior, al afirmar que en el mitin del pasado viernes, protagonizado por Rajoy y Camps en Valencia, había "butifarra y morcilla... pero algunos chorizos vi yo". El exvicepresidente del Gobierno de Felipe González se mofó de la intervención enérgica de Francisco Camps en ese acto: "¿Qué le había dado el Bigotes ? Había perdido el control de su cerebro...".

Pese al reparto de papeles, en el seno del PSOE conviven puntos de vista diferentes sobre cuál es la mejor manera de abordar mediáticamente los casos de corrupción que asaltan al PP. Después de las experiencias negativas cosechadas al respecto en las elecciones gallegas y europeas, entre los socialistas más de uno se pregunta últimamente si es útil o más bien contraproducente hurgar en esa herida.