Nunca tantas proclamas de unidad patriótica habían provocado tanta división. El paseo de la Castellana de Madrid volverá a ser el escenario del desfile que preside el Rey, protagonista a su pesar de reproches políticos y de manifestaciones tan publicitadas como minoritarias. La monarquía, la bandera, el himno... son símbolos que el PP ha convertido en munición contra el Gobierno bajo el pretexto de que el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, no los defiende con el orgullo que se merecen. El Ejecutivo pidió ayer "serenidad", aunque la vicepresidenta, María Teresa Fernández de la Vega, elevó el tono de la respuesta a los populares y comparó su actitud con la de "otros tiempos", un eufemismo que le sirvió para vincularlos directamente con el franquismo.

De la Vega apeló a la memoria no solo para situar las formas de los populares en la dictadura. En una declaración dedicada a intentar calmar los ánimos, recordó que fue un gobierno del PSOE, el de Felipe González, el que hace 20 años promovió la ley que establece que el 12 de octubre se celebra la Fiesta de la Hispanidad. El Gobierno insistió en que si durante estas dos décadas se ha podido celebrar la jornada con total normalidad y en un clima de convivencia, esta vez no debería ser distinto.

Pero los socialistas temen que la crispación política se traduzca hoy en la calle en algo más que palabras. La dirección del PSOE acusa a la del PP de estar detrás de grupos dispuestos a provocar incidentes, más allá de los pitidos y abucheos que dan por hecho que, por segundo año consecutivo, se llevará Zapatero.

LA VENDA ANTES QUE LA HERIDA El portavoz del PSOE en la comisión de Interior del Congreso, Antonio Hernando, denunció ayer públicamente lo que hace días que se comenta en los despachos socialistas: "El PP quiere dividir y crispar a los ciudadanos, ya que lo único que busca el líder del PP, Mariano Rajoy, es que se produzcan incidentes durante la Fiesta Nacional".

Pero los populares no piensan retroceder. Es más, consideran que la virulencia con la que los socialistas han atacado su discurso evidencia que la estrategia puesta en marcha es "acertada", pues presenta ante la opinión pública al PP como el "único partido que defiende los símbolos".

Los colaboradores de Rajoy recalcan, además, que, hace unos meses, el PSOE usó "la misma táctica" ante la manifestación que organizaron en marzo para dejar constancia de su repulsa a los beneficios penitenciarios de los que disfrutó el etarra Iñaki de Juana Chaos.

"SIN ASPAVIENTOS" En lo que concierne a las acusaciones que han recibido de fomentar la crispación, los populares replican que los jóvenes del partido --responsables de la campaña Somos España "-- y los dirigentes que les han apoyado han llamado a los ciudadanos a manifestar su "orgullo" por ser españoles de forma pacífica. En la misma línea, hacen hincapié en que Mariano Rajoy, a través del polémico vídeo, demandaba gestos para celebrar el 12-O, pero "sin aspavientos". La cúpula conservadora ha intentado convencer de que no ha hecho ninguna utilización del Estado ni ningún llamamiento "al alboroto".

Pero lo que para los populares es un triunfo mediático, para el Gobierno es un ejemplo de que Rajoy ha perdido los papeles. De la Vega calificó el vídeo del líder del PP de "mala ocurrencia", "Estridente, demagógico y sectario".

En el centro de la polémica, la cúpula conservadora ha intentado convencer de que no ha hecho ninguna utilización del Estado ni ningún llamamiento "al alboroto". Mientras los estrategas de los partidos ven en la jornada de hoy un termómetro para medir sus fuerzas electorales, la mayoría de los españoles, ajenos a la crispación política, disfrutarán de la fiesta nacional. Sobre todo este año, en el que tendrán tres días de puente. ¿No será eso la normalidad democrática?