Las generosas mil páginas de El imperio español , de Hugh Thomas, descansan en la mesa de centro del amplio y soleado salón de la vivienda de Arturo Yagüe y Josefa Reyes, los padres de Marisol, la alcaldesa de Marbella ahora detenida. Los padres de Marisol y de seis hijos más, porque ella es la mayor de siete hermanos.

"Soy un apasionado de la conquista de América, que abrió otro mundo, otras posibilidades", dice este hombre de 74 años, enérgico y emprendedor, justo antes de empezar a contar cómo se abrió su mundo, su propia historia, que es, en parte, la de Marisol, de una cuna humilde y trabajadora.

Nacido en un pueblo de Aragón cercano a Calatayud, Arturo creció entre cajas de fruta. Su padre elevó ya a la categoría de negocio las transacciones de grandes cantidades de la dulce fruta de Aragón. En una época en la que España vivía sumida en la más absoluta autarquía, el mercado del norte de Africa era el más interesante. Por eso Arturo Yagüe, con el bachillerato recién terminado, fue a parar a La Línea de La Concepción, en Cádiz, donde conoció a Josefa y donde nacieron sus cinco primeros hijos. Cádiz era mejor ubicación para operar con Gibraltar y el mercado africano.

De La Línea, a Marbella, donde Marisol llegó cuando aún no había cumplido los cinco años y su padre empezaba a consolidar su negocio de mayorista de fruta. Explotaba por entonces la plantación de naranjos donde ahora se levanta Puerto Banús. "Esto no era nada, estaba económicamente muerto hasta que llegó Gil con un proyecto apasionante", se destapa Arturo. Y Marbella empezó a prosperar. También su familia. Dos de sus hijos, Juan Antonio y Marisol, se zambulleron en la vida política de la mano de Jesús Gil.

Juan Antonio, ingeniero agrónomo, abandonó el ruedo político tras una condena por gestión urbanística irregular, mientras Marisol, sin más estudios que el bachillerato, era escogida por Gil para llevar adelante la moción de censura contra Julián Muñoz.

De repente, el teléfono interrumpe la conversación.

La madre de Marisol, conocida como Pepita, tan solícita como abatida, contesta. "No sabemos nada y yo por nada del mundo pongo hoy la televisión", dice. Casi mejor porque la llegada, horas antes, de su hija al juzgado había sido un verdadero espectáculo. Al grito de "Marisol, qué guapa eres" y "Marisol, te queremos", un grupo numeroso seguidores daban ánimos a su alcaldesa, que en chándal azul celeste, se tapaba las manos esposadas con un pañuelo a juego.

Mientras, agentes de la policía local de paisano, compañeros del novio de Marisol, su escolta, la emprendían a golpes con la prensa gráfica. La alcaldesa, madre de tres hijos, está separada de Antonio Becerra, un alto cargo en el área de Hacienda del Ayuntamiento marbellí.

Operación política

Josefa cuelga y Arturo retoma la conversación. No sin antes abrir la cortina. A la altura de los ojos, el mar. Hace poco que han estrenado la vivienda en primera línea de costa, en la privilegiada Avenida del Mar del Marbella. "Otros hijos viven en la sierra, en chalets todos iguales", dice Arturo mientras rememora las profesiones de algunos de sus vástagos --enfermera, profesora, decoradora, ingeniero agrónomo y empresario--.

Es estéril preguntarle a un padre sobre las actividades delictivas de un hijo. Pero la explicación que da Arturo de la situación es compartida por muchos conciudadanos. "Es una operación política", dice Arturo para añadir que se produce en un momento en que se plantea quitar a Marbella las competencias urbanísticas con un "consistorio debilitado".