De la ventana, abierta de par en par, se escapan los acordes inconfundibles de la marcha del Soldadito español . Una figura enjuta, flanqueada por dos banderas, se dibuja en el ventanal. A un lado, la bandera española, con el aguilucho franquista. Al otro, la de Falange.

Luis Alvarez Fernández, madrileño de 65 años, fuma un cigarrillo pausadamente. Faltan escasos minutos para las cuatro de la tarde y su casa, ubicada en la urbanización El Parador de Roquetas de Mar (Almería), está amparada a esta hora por la sombra. Aún así, los casi 40 grados se cuelan en el comedor de su casa sin compasión.

El pánico

Luis, que siempre quiso ser policía pero una lesión grave de espalda se lo impidió, dice que está tranquilo. Pero lo cierto es que ni durmió la noche del lunes ni comió ayer. "Es difícil dormir en un calabozo", explica este hombre recién jubilado, detenido el lunes por la tarde en la plaza de los juzgados de Roquetas cuando, en medio de un tumulto entre partidarios y detractores de la actuación de la Guardia Civil, sacó una pistola. Un pistola que, poco después, se comprobó que era de fogueo pero que, en el momento de sacarla, sembró el pánico.

Fue mientras el teniente de la benemérita declaraba ante la juez por su participación en la muerte de un agricultor que fue reducido de forma violenta en el patio del cuartel el pasado 24 de julio.

Trato maravilloso

"Aunque quiero decir, que Dios me deje ciego si miento, que la Guardia Civil me trató maravillosamente", se empeñó en matizar Luis al empezar a explicar su historia.

El pensionista acababa ayer por la tarde de volver de los juzgados donde quedó en libertad con cargos después de declarar. Que la pistola es falsa ya lo sabe todo el mundo pero las diligencias judiciales deben seguir su curso y, de momento, los cargos que pesan sobre él son amenazas y tenencia ilícita de armas.

La historia profesional de Luis, que sacó la pistola porque delante suyo no se pega a una mujer, es la historia de una frustración. "Siempre quise ser agente de la autoridad, me daba igual de qué cuerpo", explica para, añadir, que ni tan sólo pudo hacer el servicio militar porque una intervención quirúrgica siendo niño por un problema de vértebras desunidas le dejó incapacitado. Oficial industrial, se ha dedicado toda su vida profesional a hacer montajes eléctricos. Precisamente, durante una instalación en un hotel de la ciudad de Almería, hace más de 20 años, se enamoró de la zona y sus gentes. Ha vuelto ya jubilado y reside de forma habitual desde hace menos de un año.

Para quitarse el gusanillo de su vocación frustrada hizo un curso de detective privado en 1967, año desde el que tiene la famosa pistola que ahora está requisada en el juzgado, pero nunca ha llegado a dedicarse a la profesión.

"Ya se lo he dicho a la juez, que es muy jovencita, que delante mío nadie pega a una mujer", explica Luis delante de su esposa, María del Carmen García, de 72 años, que aún se recupera del susto de ver a su marido en la televisión empuñando el arma prácticamente en tiempo real. "Estaba aquí, sentada en el sofá, viendo lo que ocurría en los juzgados cuando lo vi a él", explica María del Carmen, que también se proclama defensora "del orden, la paz y la moral". La mirada hacia su esposo destila admiración.

Un día tenso

El protagonista de las portadas de casi todos los diarios de ayer explicó que salió de casa con este juguete al intuir que el día iba a ser tenso en los juzgados de Roquetas de Mar. Cuando las mujeres de los agentes de la Guardia Civil desplegaron sus pancartas y los amigos del detenido fallecido se echaron encima fue cuando Luis decidió "poner orden". "La juez me ha preguntado por qué me metí en medio si ya estaban los antidisturbios y yo le he contestado que allí no había nadie para defender a las mujeres". Lo volvería a hacer.