Apenas unos kilómetros de distancia separaron ayer dos homenajes contrapuestos. En Andoain, el jefe de la Policía Municipal, Joseba Pagazaurtundua, asesinado por ETA hace un año, recibió la medalla de la localidad guipuzcoana en un acto en el que faltaron los representantes de PNV y EA. Al mismo tiempo, en San Sebastián, un centenar de personas eludieron la prohibición del Departamento de Interior vasco y dieron la bienvenida a Eugenio Etxebeste, Antxon, histórico dirigente etarra recientemente excarcelado. Víctimas y verdugos mostraron los dos polos del insoportable conflicto vasco.

En cumplimiento del acuerdo alcanzado el jueves en Andoain --con los votos a favor de PP, PSE e IU, y los contrarios de PNV y EA--, la viuda de Pagazaurtunda, Estibaliz Garmendia, recibió la máxima distinción honorífica del municipio. El tributo se completó con la inauguración de una escultura conmemorativa de Agustín Ibarrola. Garmendia recordó, entre lágrimas, que "Joseba no la querría sólo para él, por eso será la casa de López de Lacalle y de todas las víctimas injustamente asesinadas".

Una mañana para olvidar

En esos momentos, Antxon recibía una makila (bastón de mando) de manos de otro histórico dirigente etarra, Periko Solabarria, entre vivas a la banda terrorista. Con el puño en alto, recibió los aplausos y el aliento de decenas de personas, entre las que figuraban los dirigentes de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi y Joseba Permach. Ni siquiera faltó el cava.

También tuvo su cuota de protagonismo el Gobierno vasco, aunque a buen seguro querrán olvidar la mañana de ayer. Por un lado, la ausencia de representantes de PNV y EA en el homenaje a Pagazaurtundua dolió a sus familiares y amigos. La presencia institucional se limitó a la Dirección de Derechos Humanos de Vitoria.

Pero los problemas para el Ejecutivo de Juan José Ibarretxe se multiplicaron ante los reiterados intentos para dar la bienvenida a Etxebeste, pese a que una hora antes del inicio previsto se conoció su prohibición por el Departamento de Interior.

Una fortísima presencia de la Ertzaintza, hasta el punto de que el número de agentes era mayor que el de asistentes, impidió que el homenaje se celebrara en el frontón elegido inicialmente. Los organizadores decidieron entonces trasladarlo a un segundo frontón; en menos de una hora estaba todo dispuesto. Pero más de diez furgonetas de la Ertzaintza se desplazaron inmediatamente, abortando esta segunda tentativa.

Etxebeste, sin embargo, logró su homenaje, ya que los congregados acordaron finalmente, sin que lo impidiera la policía autonómica vasca, comenzar un "poteo popular" acompañados de música. Al llegar a una cercana herriko taberna (sede social de Batasuna), se improvisó una sencilla ceremonia.

Donde no hubo sonrisas fue en Andoain. La madre de Pagazaurtundua, Pilar Ruiz, y su hermana Maite, se tuvieron que contentar con el apoyo de otras víctimas de ETA, como el de las viudas de los socialistas Fernando Múgica y Fernando Buesa.