Gracias a todos por su colaboración y comprensión. Queda visto para sentencia". Con esta frase escueta, el presidente del tribunal del 11-M, Javier Gómez Bermúdez, puso ayer fin, a las 22.38 horas, a la vista oral por el mayor atentado terrorista en la historia de España. Nunca se había visto en la historia judicial española un turno de última palabra tan largo. Diecinueve de los 28 procesados convirtieron la sesión final en un maratón de alegaciones de inocencia, en la que no faltaron escenas emotivas y exhibiciones de teatralidad.

Ninguno de los presuntos ideólogos de la masacre --Rabei Osman, el Egipcio ; Yusef Belhadj y Hasan el Haski-- condenó los atentados. Sí lo hicieron los supuestos autores materiales Jamal Zugam y Abdelmajid Buchar; los presuntos cooperadores necesarios Rafá Zuhier y Otman el Gnaui, y la inmensa mayoría de los intervinientes. Muchos dedicaron palabras de condolencia a las víctimas. El tercer presunto cooperador, José Emilio Suárez Trashorras, declinó intervenir.

Zuhier, a quien la fiscalía elevó la petición de condena de 20 a 38.958 años por considerarlo cooperador necesario de la masacre, fue más lejos. Dirigiéndose a los familiares de las víctimas que abarrotaban la sala de la Audiencia Nacional en la Casa de Campo, dijo que sus informaciones a la Guardia Civil sobre los negocios de explosivos de los asturianos pudieron evitar los atentados.

La sesión número 57, que puso fin a cuatro meses y medio de vista, se desarrolló en un clima de emoción contenida. Todos los afectados por la masacre soportaron con ejemplar estoicismo las proclamas de inocencia de las personas que están acusadas de participar en el asesinato de sus seres queridos.

El presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, tuvo que intervenir pocas veces, en especial para reprender a Zuhier por girarse hacia la fiscal Olga Sánchez, a la que dirigió duros reproches, cuando solo debía dirigirse al tribunal. Los procesados declaraban de pie, algunos en árabe, otros en español, unos apoyándose en papeles y otros no, tras lo cual el juez los devolvía al habitáculo blindado.

LOS MEDIOS DE COMUNICACION Zugam, que enfrenta una pena de casi 40.000 años de prisión, dijo sobre la autoría de los atentados: "No sé si fueron islamistas o no, probablemente sí, pero yo no fui". Se presentó como una víctima de una operación de periodistas y políticos para culpar de la masacre a los "islamistas". "Nadie comete un atentado usando las tarjetas de su negocio", dijo para justificar su inocencia pese a que de su locutorio salieron las tarjetas telefónicas detectadas a los integrantes de la célula terrorista. Explicó con estas palabras por qué, el 14 de marzo del 2004, preguntó a un médico forense por el resultado de las elecciones: "Pensaba que si el resultado cambiaba íbamos a tener problemas, y así ha sido".

El Egipcio , segundo en intervenir, se limitó a pedir "justicia". Belhadj declinó hablar. De los tres presuntos ideólogos, quien más se explayó fue El Haski, que desafió a "quien sea" a demostrar que tuvo algo que ver con el 11-M o que es terrorista. Como nota sentimental, dijo ser el único sostén de "cuatro hijas, una de ellas discapacitada".

La intervención más explosiva de ayer fue la de Zuhier, que llegó ayer al apogeo de su histrionismo. "No voy a montar un show", comenzó, pero de inmediato procedió como una estrella en una película de tribunales. "Aunque parezca una fiera en la pecera, hice todo lo posible por evitar los atentados", dijo a las víctimas. Acusó a la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil de no "defender a los españoles" y sostuvo que, como confidente, informó "miles de veces" a sus contactos en ese cuerpo de seguridad sobre la disposición de los asturianos Trashorras y Toro de vender explosivos antes de que ocurriera la matanza del 11-M

"HASTA EL CULO" Zuhier dijo que estaba "de cristal y cocaína hasta el culo" el 28 de febrero del 2004, día en el que se concretó la sustracción de explosivos de Mina Conchita, una operación de la que fue supuestamente intermediario. En su intervención, aseguró que si tiene que pasar 40 años en prisión --límite máximo de encierro-- lo hará "con la conciencia tranquila". "Yo he cumplido con ustedes", dijo a los afectados en un tono melodramático.