Zapatero ha puesto al PP y a Arenas en el lugar que les corresponde. Una cosa es luchar juntos contra el terrorismo y otra bien distinta es tratar de convertir a los socialistas vascos en un apéndice acrítico del PP. Arenas metió la pata con Eduardo Madina, líder electo de las JSE y víctima de ETA. Es una impudicia intolerable acusar a este joven de tibieza antiterrorista por atreverse a algo tan lícito como legitimar una consulta al pueblo vasco cuando no haya violencia. Zapatero ha avalado esa obviedad democrática. Y el PP tiene que pedir perdón por su ofensa a una víctima del terror.