Rosarito Orruela Ontueta era vasca y Fritz Mergen, alemán. Se enamoraron durante la guerra civil española. El llegó a España en octubre de 1936 como brigadista internacional para luchar contra las tropas franquistas y ella era colaboradora de Dolores Ibárruri, La Pasionaria . 70 años más tarde, el fruto de esa pasión, Peter y Fritz, mantienen viva la historia de sus padres, ya muertos. Ayer, emocionados, volvieron a recordarles en un sentido homenaje que la organización británica Brigade Memorial Trust, la Generalitat de Cataluña y el Ayuntamiento de Figueres hicieron a los brigadistas en el castillo de Sant Ferran de Figueres (Girona), y en el que participaron un centenar de familiares y amigos de los voluntarios, la mayoría británicos, alemanes y franceses.

"No tengo palabras para expresar mis sentimientos, el corazón se me sale del pecho de la emoción", explicaba ayer Fritz Mergen, con una gran bandera republicana en la mano. La fortaleza fue en 1936 lugar de entrenamiento de los voluntarios enrolados en las Brigadas Internacionales y su primera parada al llegar a España.

El homenaje, que consistió en una travesía de los Pirineos desde la localidad francesa de Super-las-Illas y la inauguración de una placa conmemorativa en el castillo, tuvo como participantes de honor tres exbrigadistas: dos ingleses --Jack Jones y Jack Edwards, de 93 y 92 años, respectivamente-- y un voluntario irlandés, Bob Doyle, de 91 años. A pesar de su avanzada edad y de su precaria salud, los tres cruzaron de nuevo la frontera para revivir el sentimiento de solidaridad que 70 años atrás los llevó hasta España. "No se trataba sólo de una lucha por España, sino de una defensa de la democracia en toda Europa", explica Jack Jones. Para su colega Bob Doyle, la intolerancia continúa siendo una amenaza. "El peligro del fascismo continúa vivo, pero nosotros ya no podremos pararlo", decía ayer el irlandés, sentado en su silla de ruedas. Otro irlandés, Manus O´Riordan, recordaba orgulloso que su padre Michael "fue el brigadista que levantó la bandera de la Cataluña libre al otro lado del Ebro". Fue herido en la espalda y tuvo que regresar a Irlanda.

De los 35.252 brigadistas de 54 países que lucharon en la guerra civil, 9.934 murieron en batalla. La mayoría de los cuerpos continúan enterrados en fosas comunas. La Generalitat catalana se propone reunir próximamente a todos los que aún están vivos.