El secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, ha pedido hoy a las autoridades sanitarias una mayor implicación en la asistencia a los presos con trastornos y enfermedades mentales, que suponen ya casi una cuarta parte de la población reclusa española. "Las autoridades sanitarias deben comprometerse con la solución de los problemas que sufren todos los ciudadanos, incluidos los presos", ha asegurado Camacho en la clausura de la jornada "Prisiones hoy: Salud mental y exclusión social". Ante un nutrido grupo de funcionarios, voluntarios y expertos en psiquiatría, Camacho ha criticado que estos reclusos no puedan acceder a red sociosanitaria de la que disfrutan el resto de ciudadanos y que tenga que ser Instituciones Penitenciarias quien se encargue de su tratamiento médico hasta que cumplan su condena. El 'número dos' del Ministerio del Interior ha calificado de "fracaso" colectivo el que personas con trastornos psiquiátricos tengan que ingresar en prisión, y que sea entre los muros de la cárcel donde reciban asistencia médica por primera vez. "Refleja el fracaso dramático de buena parte de nuestras políticas sociosanitarias y de prevención y una nefasta utilización de los recursos", ha criticado. Por ello, ha abogado por la atención precoz de las enfermedades mentales para que no conduzcan a la exclusión social y de ahí al delito y a la cárcel. Para Camacho, lo más eficaz para evitar la reincidencia de este tipo de delincuentes con trastornos mentales no es el "castigo" o la prisión, sino el "control de la enfermedad" antes de que el afectado tenga que ingresar en un centro penitenciario. "Que nadie entienda que estoy abogando por la impunidad, sino por el fomento de medidas más eficaces que el simple encarcelamiento", ha subrayado. Una idea repetida en el mismo foro por la secretaria general de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, que ha considerado que la cárcel debería quedar reservada para la delincuencia "más grave, violenta y peligrosa", mientras que los enfermos mentales deberían ser atendidos en instituciones especializadas. "Ahora que no hay manicomios, sólo quedan las prisiones", ha constatado Gallizo, que ha lamentado que la cárcel se haya convertido en muchas ocasiones en el único recurso para combinar tratamiento psiquiátrico y seguridad, a pesar de que supone "un drama humano" y "una equivocación terapéutica". Según datos de Instituciones Penitenciarias, un 25 por ciento de los reclusos tiene recogido uno o varios diagnósticos psiquiátricos en su historia clínica, la mitad son o han sido drogodependientes y cuatro de cada cien padece una enfermedad mental grave.