Coordinación es sinónimo de eficacia". Así justificó Alfredo Pérez Rubalcaba la remodelación del Ministerio del Interior que aprobó ayer el Consejo de Ministros. El Gobierno ejecutó la promesa electoral de unificar las direcciones de la Guardia Civil y de la Policía bajo el mando único, que estará en manos de Joan Mesquida, hasta ayer responsable del instituto armado. Con estos cambios, Rubalcaba culmina la tarea que comenzó su predecesor, José Antonio Alonso, para acabar con las descoordinaciones, rivalidades y solapamientos entre ambos cuerpos. El ministro, no obstante, descartó que la medida preludie una desmilitarización de la Guardia Civil.

Rubalcaba no explicó por qué eligió a Mesquida frente al responsable de la Policía, Víctor García Hidalgo. Fuentes del Interior interpretaron que se trata de evitar las servidumbres a las que este estaría sometido por llevar ya dos años en su cargo. Recuerdan que Mesquida acaba de ser nombrado y, por tanto, tiene las manos libres para reorganizar los dos cuerpos. Fuentes policiales vaticinaron que la reestructuración acabará para siempre con la descoordinación, al tratarse de dos instituciones muy jerarquizadas.

REMODELACION INTEGRAL Rubalcaba aprovechó la creación del mando único para acometer una remodelación integral del ministerio. Los cambios más significativos afectan a la cúpula antiterrorista, de la que sale el comisario general de Información, Telesforo Rubio, nombrado por el Gobierno del PSOE y cuya designación y gestión han sido muy criticadas por el PP. Su cargo será ocupado por Miguel Valverde, que dirigía el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista. Junto a Rubio, deja Interior el director general de la Policía, que había pedido el cese cuando tomo posesión Rubalcaba para regresar al País Vasco y volcarse de nuevo en el PSE.

El ministro del Interior se afanó en atribuir al "cansancio" la sustitución de Rubio --ascendido a subdirector-- pero reconoció que ese difícil negociado requiere "un empuje nuevo".

EL ACOSO A Rubio le atribuyen haber informado al PSOE de la marcha de las investigaciones sobre el 11-M al mismo tiempo que los datos llegaban a manos del entonces ministro, Angel Acebes. Desde que tomó posesión, los ataques se sucedieron. El acoso acabó minando la relación con sus subalternos, de los que sospechaba que filtraban información a medios afines al PP.

Esa actitud generó una tensión que le hizo perder la confianza de sus superiores, según fuentes de la lucha antiterrorista. Las mismas fuentes destacan la profesionalidad de Rubio, bajo cuyo mandato se detuvo al jefe de ETA, Mikel Antza.

Pero la puntilla le llegó a Rubio con el chivatazo a la red de extorsión de ETA, que estuvo a punto de hacer fracasar una operación ordenada por el juez Fernando Grande-Marlaska contra la trama etarra. El magistrado le apartó de la investigación. Aunque nadie en su entorno le responsabiliza directamente de la filtración, fuentes policiales achacan su destitución y la del director general de la Policía a que bajo su mando varios agentes alertaron supuestamente a los encargados de cobrar el impuesto revolucionario de que se les investigaba. Sin embargo, Rubalcaba defendió su labor.

El ministro no quiso adelantar si los cambios auguran nuevos relevos, por ejemplo al frente de la unidad de explosivos (Tedax) de la Policía, en manos de Juan Jesús Sánchez Manzano. Manzano también ha estado en el punto de mira por sus declaraciones en la comisión del 11-M sobre el explosivo utilizado.