Decenas de miles de personas se manifestaron ayer en Bilbao en favor de los derechos de los presos etarras. Apenas hubo novedades en los discursos que, año tras año, se suceden en la tradicional marcha en torno al día de Reyes. Pero a pesar de que se repitió la liturgia en cuanto a iconografía y lemas, el momento político --a la espera de un nuevo comunicado de ETA que no llega-- convirtió la movilización en una demostración de fuerza de la izquierda aberzale en aras de presionar al Gobierno y a la banda, con quien pretende marcar distancias, para avanzar en el proceso de paz.

Desfilaron juntos dirigentes de Eusko Alkartasuna (EA), de la izquierda aberzale ilegalizada e incluso de su escisión, Aralar. Tal diversidad obligó a consensuar un comunicado final sin excesivo contenido político, que reclamó el acercamiento de los presos de la banda a cárceles de Euskadi para que puedan ser "un agente activo en el proceso de solución" al conflicto.

La marcha estaba autorizada por el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz, que no vio motivos para prohibirla pese a que hace apenas unos meses convocatorias similares eran anuladas. Este cambio de criterio tiene un antecedente en el pasado 2 de octubre, cuando la Audiencia permitió otra movilización impulsada desde la izquierda aberzale, a la que se sumó el PNV.

SIN PRESENCIA DE PENEUVISTAS Pero los abucheos que sufrieron sus dirigentes y el comunicado final, que evidenciaron que el denominado polo soberanista tiene a los peneuvistas como rival declarado, fueron suficiente lección para el partido de Iñigo Urkullu, que ayer no tuvo representantes en la marcha. Entre los asistentes se encontraban los máximos líderes de EA, Peio Urizar; y de Aralar, Patxi Zabaleta, junto a caras conocidas de la izquierda aberzale como el excoordinador de Batasuna Rufi Etxebarria; el exlíder de LAB Rafa Díez Usabiaga; el veterano militante Tasio Erkizia; el actual portavoz, Txelui Moreno; o los abogados de presos de la banda Jone Goirizelaia e Iñigo Iruin.

No hubo ninguna petición expresa a ETA para que haga público el esperado comunicado en el que, según se asegura desde la izquierda aberzale, dará pasos hacia el final de la violencia con la declaración de una tregua permanente y verificable. Sin embargo, era palpable el entusiasmo recuperado de los militantes de Batasuna, que ven cercana la posibilidad de regresar a las instituciones. El grueso de los manifestantes eran simpatizantes de la izquierda aberzale ilegalizada, cuyos dirigentes han apostado por vías democráticas y alejadas de la violencia, pero se optó por no hacer ningún llamamiento a ETA para que abandone las armas. Todos las peticiones estuvieron dirigidas al Gobierno central para que "engrase" el final de la violencia con algún gesto en política penitenciaria.

RECLUSOS ARREPENTIDOS Los convocantes reclamaron el final de los "intentos de utilización y chantaje" que sufrirían los presos de ETA, en alusión a la táctica de otorgar beneficios penitenciaros a los arrepentidos que pidan perdón. También se exigió la puesta en libertad de los reclusos que hayan cumplido tres cuartas partes de condena o que estén gravemente enfermos.

La falta de una declaración de la banda terrorista está dejando sin margen al mundo de Batasuna para tener un nuevo partido, toda vez que el PSOE marca como condición ineludible el final definitivo de la violencia.