El director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Jorge Dezcallar, se inclinó ayer por la versión de que los 7 agentes españoles caídos el 29 de noviembre en Irak pudieron cometer fallos de seguridad y se convirtieron en "un objetivo de oportunidad" para la resistencia. El jefe del espionaje, no obstante, no descartó la versión inicial de Defensa de que pudo tratarse de una "traición".

En su comparecencia en la comisión de secretos oficiales del Congreso, acompañado del ministro de Defensa, Federico Trillo, Dezcallar confirmó que los siete espías fueron atacados desde un coche y repelieron la agresión, pero "les frieron" a tiros de kalashnikov desde las terrazas de unas viviendas cercanas. Los agentes del CNI no llevaban vehículos blindados. Los tenían encargados desde hace dos meses a Jordania, pero no los habían recibido. Además, según Dezcallar, los agentes tomaron por su cuenta la decisión de trasladarse a Bagdad.