El debate sobre el estado de la nación empezó ayer a certificar la distancia insalvable que separa al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero --volcado en pedir apoyos para las reformas en marcha iniciadas por su Gobierno-- y al líder de la oposición, Mariano Rajoy, empeñado en reclamar un adelanto electoral.

La crisis económica, las medidas aprobadas para recortar el déficit e impulsar el crecimiento, y el Estatuto de Cataluña centraron la primera jornada del quinto debate de política general que Zapatero protagonizó en el Congreso de los Diputados como presidente del Gobierno.

En un discurso de una hora de duración sin anuncios ni iniciativas novedosas, el jefe del Ejecutivo pidió consenso a las fuerzas políticas, las administraciones públicas y los ciudadanos para "dar un paso al frente" y aprobar, con el acuerdo de todos, la reestructuración del sistema financiero y las reformas del mercado laboral y del sistema de pensiones.

"El momento es decisivo para engancharnos definitivamente al grupo de países al que siempre hemos querido pertenecer. Podemos negarnos a acometer esta modernización y correr el riesgo de languidecer, de quedarnos descolgados", alertó, entre reiterados llamamientos al "esfuerzo colectivo". A su juicio, España atraviesa un momento "trascendental" y "crucial" para su futuro inmediato y para las próximas décadas.

CON "EQUIDAD Y JUSTICIA" Convencido de que los ajustes aprobados hasta el momento se han hecho "con equidad y justicia", el presidente del Gobierno ratificó que su prioridad será mantener "a rajatabla" el compromiso de austeridad y reducción del déficit y aplicar su programa de reformas para sentar las bases de una economía más innovadora, competitiva y productiva.

A su vez, insistió en que se trata "de una tarea de país, un reto de país y una ambición de país", pero se dio de bruces con el discurso de Rajoy, quien por primera vez le ha pedido públicamente que disuelva el Parlamento y convoque elecciones porque "su tiempo, señor presidente --le espetó-- se ha agotado, y lo sabe".

En su opinión, el presidente del Gobierno se ha convertido en el principal problema de la economía española porque ya no genera confianza, tiene poder, pero no autoridad y resulta "muy difícil remar" junto a él por sus constantes bandazos.

Tras acusar al Ejecutivo de haber sido "bravo y enérgico" con los débiles en sus ajustes e invitar a Zapatero a visitar un comedor social para conocer los efectos de la crisis, Rajoy presentó al PP como la "esperanza" y la alternativa de Gobierno.

La respuesta del jefe del Ejecutivo no se hizo esperar. Zapatero le retó a plantear una moción de censura, advirtiéndole de que, para ello, necesita más votos que los suyos, y asegurarle que seguirá adoptando las medidas que cree que necesita España: "Cueste lo que cueste y cueste lo que me cueste", añadió, para denunciar que, al contrario que su contrincante, sitúa los intereses del país por encima del partido.

CONFIANZA PERDIDA Según aseguró Zapatero, sabe perfectamente que en los dos últimos años ha perdido confianza de los ciudadanos, pero advirtió a Rajoy de que él tampoco está para "echar cohetes", según afirmó que constatan las encuestas.

El segundo eje de su enfrentamiento fue la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña que, como era previsible, se convirtió después en el eje del debate de Zapatero con CiU.

En un mensaje dirigido a tranquilizar a las fuerzas catalanistas de la Cámara, el presidente del Gobierno garantizó que está dispuesto a evaluar la posibilidad de que algunos aspectos del Estatut declarados inconstitucionales por el alto Tribunal puedan abordarse a través de modificaciones legales y diálogo con la Generalitat.

Pero Rajoy le pidió que deje de engañar y de echar "leña al fuego" con promesas que, a su juicio, solo buscan "la rentabilidad electoral inmediata". La crítica soliviantó a Zapatero, que recordó que fue el PP quien, hace cuatro años, buscó votos con una "impugnación masiva" del Estatut, al tiempo que acusó a Rajoy de haber echado cuentas para ver que ya no le interesa "cabalgar sobre el anticatalanismo", sino sobre la crisis.

Tras el cara a cara entre Zapatero y Rajoy, el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, advirtió al presidente del Gobierno de que su ciclo "ha terminado", le instó a convocar elecciones si no es capaz de encontrar alianzas sólidas en el Congreso y criticó su "poco entusiasmo" y "compromiso" con el Estatut.

Josu Erkoreka, portavoz del PNV, aseguró, a su vez, que no se fía de que Zapatero cumpla con el PNV en el caso de que llegaran a pactar, por incumplimientos anteriores.

El portavoz de ERC, Joan Ridao, avisó a Zapatero de que, tras la sentencia del Estatut, tiene servida "una crisis de Estado de primer orden", mientras que el diputado de IU, Gaspar Llamazares, le invitó a rectificar su política y unirse al movimiento social o, de lo contrario, "la izquierda parlamentaria será su oposición", en el Congreso y en la calle.

Por su parte, el diputado de ICV, Joan Herrera, pidió al Gobierno una reforma de la Constitución ante la sentencia sobre el Estatut porque, si no es así, habrá que favorecer que a los catalanes se les reconozca el derecho a decidir.