Garzón lleva meses preparándose para ser imputado por prevaricación en el Tribunal Supremo. Era cuestión de tiempo que alguna de las múltiples querellas que le han presentado en el último año fuera admitida a trámite. Por ello, recibió la noticia "tranquilo e indignado". Y anunció que actuará "como cualquier ciudadano", tras manifestar su fe en la justicia.

El primer aviso de que había perdido el apoyo de sus compañeros del Supremo le llegó el 2 de febrero, cuando el tribunal remitió al CGPJ una denuncia presentada por un abogado por el dinero que había percibido en Nueva York durante una excedencia por estudios. El Poder Judicial aún investiga estos hechos.

Previamente, la aureola de juez valiente se había desdibujado, al decidir investigar en el 2006 las denuncias de distintas asociaciones para la recuperación de la memoria histórica. La ultraderecha reivindicó entonces que se indagara también sobre los delitos cometidos por la República y quiso reabrir una investigación contra Santiago Carrillo. Garzón ya archivó años antes una iniciativa similar. Pero lo peor estaba por venir. El 6 de febrero dictó la detención de Francisco Correa y otras cuatro personas. Nacía el caso Gürtel , una trama corrupta vinculada al PP, partido que intentó recusarle y le presentó una querella en el Supremo, que fue rechazada.