Se confirma. A perro flaco, todo se le vuelven pulgas. Uno de los aliados más firmes de la política exterior proamericana desplegada por el Gobierno de José María Aznar, el secretario de Estado estadounidense, Colin Powell, se despacha a gusto en una entrevista publicada el miércoles en EEUU al recordar su mediación en el conflicto por el islote de Perejil, en julio del 2002, que mantuvo rotas las relaciones diplomáticas entre España y Marruecos.

Powell se lamenta del trabajo que le dio "esa islita estúpida", porque le mantuvo ocupado "dos días" y ningún periódico americano valoró su trabajo publicando una sola línea sobre la cuestión. Recuerda el secretario de Estado que la ministra de Exteriores española, Ana Palacio, estaba recién llegada al cargo cuando el rey de Marruecos ordenó a media docena de sus soldados invadir Perejil y desatar la mayor crisis diplomática con España de los últimos años. Era el 11 de julio del 2002.

Llamada telefónica

Rememora Powell en la entrevista, publicada en el número de mayo de la revista masculina GQ , que Palacio le telefoneó para rogarle: "Tienes que arreglar mi problema". La Unión Europea apoyaba la postura de España y los países musulmanes se colocaron del lado marroquí. "Así que ahí lo tienes --relata Powell--. ¿Qué hacen? ¿Llamar a la ONU? No. ¿Qué hacen? Llamar al secretario de Estado de EEUU un jueves por la noche".

La crisis de Perejil estalló el 11 de julio del 2002, cuando media docena de soldados marroquís invadieron el islote conocido en Marruecos como Leila. El Gobierno español entendió la invasión como una declaración de guerra, y envió dos helicópteros con 30 guerrilleros de las COES (boinas verdes) para tomar Perejil al amanecer del 18 de julio.

La operación militar española fue un éxito, pero Estados Unidos tuvo que mediar para conseguir recomponer la maltrecha relación diplomática con Marruecos. Se logró mediante un acuerdo firmado el 20 de julio entre ambos gobiernos.

Powell habla de Perejil para demostrar hasta qué punto recurren los países a EEUU cuando están en apuros. Incluso cuando se trata de resolver la soberanía de un trozo de tierra que apenas supera los "dos campos de fútbol", como describe Powell, que afortunadamente no añade el detalle de que sólo estaba poblada por cabras antes de que entraran las tropas de ambos bandos.

En este caso se refiere al asunto con desprecio: "Esta estúpida islita con la que tuve que lidiar hace un año y medio, frente a la costa de Marruecos, tan grande como dos campos de fútbol... Ni siquiera es una isla, es una peña", resume el secretario de Estado para referirse al islote situado a 200 metros de la costa marroquí.

Sin eco en la prensa

Después explica al entrevistador que resolvió la crisis hispano-marroquí enviando sendas cartas a los dos países en las que fijaba los términos del acuerdo que finalmente ambos suscribieron. "Es una historia tonta, pero ilustra muchas cosas" sobre el papel de Estados Unidos en el mundo.

No obstante, el líder norteamericano lamenta que ese trabajo como mediador no tuviera eco en la prensa de su país. Y concluye la entrevista con esta reflexión: "¿Por qué tendría que tenerlo? Quiero decir, no es algo terriblemente emocionante. Pero es de lo que trata la diplomacia".