--La financiación autonómica tiene dos grandes problemas: la sanidad y la educación. ¿Aquí también?

--Efectivamente. Y no porque no hiciéramos una buena negociación de las transferencias, sino porque las situaciones son muy cambiantes. Nosotros, por ejemplo, tenemos dos corredores dinámicos, Henares y La Sagra, donde está produciéndose un crecimiento demográfico espectacular, debido a un desbordamiento de Madrid y a la incorporación de población inmigrante. Esto significa construir a marchas forzadas guarderías, colegios, aumentar las plazas hospitalarias... y, lógicamente, esta situación, que no estaba prevista, requiere más recursos.

Nosotros no hacemos discursos victimistas pero es verdad que tenemos necesidades de convergencia. Y sería contradictorio que España reclame en la UE más solidaridad de los países más desarrollados y no aplique la misma filosofía dentro de España. Uno de los efectos silenciados del centralismo fue convertir en un auténtico páramo los alrededores de Madrid. Piense que desde el 59 hasta la década de los 70, casi un millón de castellanomanchegos debieron dejar su tierra para ir a vivir a Madrid, Cataluña y Levante...