Una gripe imprevista. La cancelación de un vuelo. Un descuido a al votar. Cualquiera de estas circunstancias por sí sola, y aún más si coincidieran las tres, podrían echar hoy por tierra --en plena crisis-- más de dos años de negociaciones y un nuevo modelo de financiación autonómica. La minoría parlamentaria del Gobierno en esta legislatura y la singularidad de la norma a debate convertirá la votación en el Congreso de la reforma de ley orgánica de financiación de las comunidades autónomas (LOFCA) en un momento no apto para cardiacos. Para pasar el trámite parlamentario son imprescindibles los 176 votos de la mayoría absoluta de la Cámara baja y ayer el Ejecutivo solo tenía uno más de margen.

Un resultado demasiado justo y arriesgado para un proyecto de tanta trascendencia, lo que ha generado inquietud e incomodidad en el grupo socialista. No puede fallar ninguno de sus 169 diputados, ministros, vicepresidentes con escaño y presidente incluido. Ni tampoco los tres de ERC, el de ICV y los dos de Coalición Canaria, que ya votaron a favor de la aprobación inicial. A estos se debía unir para llegar a 176 el único diputado de IU, Gaspar Llamazares, que en el primer trámite se abstuvo y que ayer tuvo que ausentarse del pleno de presupuestos, precisamente, por una gastroenteritis.

Este mal presagio, unido a las presiones que está recibiendo Llamazares en su partido, llevó a los socialistas a buscar el voto decisivo en las dos fuerzas políticas navarras con representación en la Cámara (Nafarroa Bai y UPN). Estos optan tradicionalmente, como el PNV, por la abstención en los debates sobre la LOFCA al gozar de un concierto económico propio con el Estado. Pero la situación de emergencia convenció el martes a Uxue Barcos (Na-Bai) a unirse a los votos favorables y, ayer, la secundó el diputado de UPN, Carlos Salvador.

LLAMAZARES, CLAVE Llamazares no hará público hasta hoy mismo el sentido de su voto y, aunque el coordinador general de IU, Cayo Lara, está en contra, el diputado ha avanzado que si todo depende de él, prefiere este sistema al que está vigente, pactado en el 2001 por el PP y CiU.

Estos dos partidos comandarán el frente opositor que, como máximo, sumará 164 votos. Los populares sufrirán dos bajas por enfermedad y contarán, además de con los 10 escaños convergentes, con el apoyo de los dos parlamentarios del BNG y el de Rosa Díez (UPD).