Lejos de dimitir, el presidente de ERC, Joan Puigcercós recibió ayer el aval de la cúpula para seguir adelante, a pesar de haber perdido la mitad de los votos y 11 escaños. Los dirigentes hicieron autocrítica, pero concluyeron que abrir en este momento otro proceso congresual situaría al borde del suicidio a un partido en cuyas filas suele haber pulsiones autodestructivas.

La cuarentena de dirigentes que analizaron la caída del 28-N en la reunión de la ejecutiva se conjuraron para aparcar el haraquiri, al menos hasta después de las municipales de mayo. Esa cita electoral será un principio de ultimátum para el líder de ERC, quien no descartó convocar un congreso extraordinario para el próximo otoño. De momento, toca aguantar.

EL RESPETO DE ICV-EUiA En la coalición ICV-EUiA no quisieron hacer sangre. De hecho, Joan Herrera explicitó hasta en dos ocasiones que no quería hablar de lo que les había ocurrido a sus aún socios. Mientras PSC y ERC trataban de encajar el descalabro, los ecosocialistas presentaron su candidatura a convertirse en el partido más beligerante de la oposición.

Pero Herrera sí culpó a alguien de la debacle del tripartito. "La desafección hacia la izquierda la ha liderado Zapatero. Ha sido una máquina de la desafección", acusó.