Apareció en la Zarzuela más de media hora tarde, y antes de entrar sonriendo y altanero en la sala en la que le esperaba ojeroso y barbudo el Rey, desde el pasillo llegaban sus chascarrillos. "Te has dejado una barba como la de Fidel", soltó Hugo Chávez a Juan Carlos nada más verlo mientras simulaba alisarse con la mano una inexistente barba que acabó fundida en un abrazo con el Monarca. Este no dijo ni que sí, ni que no. Sonrió el chiste y le aclaró: "Es solo un cambio de look ". Y ambos continuaron riendo.

La primera sonrisa de la jornada relámpago en Madrid se la dedicó el presidente de Venezuela a su homólogo José Luis Rodríguez Zapatero. En la Moncloa admitieron que la visita de Chávez ha servido para reforzar unas relaciones entre los dos países que pasan por un buen momento tras el casi ya olvidado incidente del "Por qué no te callas" que el Rey le soltó un día a Chávez.

A Zapatero, Chávez le pidió un papel determinante en la "búsqueda de una solución" que ayude a encontrar la paz en Colombia, que para el presidente de Venezuela pasa por negociar con la guerrilla. Zapatero le pidió ayuda en el fortalecimiento de las relaciones entre América Latina y la Unión Europea, durante la presidencia española. La cita duró 45 minutos, los mismos que su encuentro siguiente con el Rey. De esa reunión, más allá de la anécdota sobre la barba de Fidel Castro, nada trascendió. El Monarca abandonó primero la Zarzuela, y luego salió la comitiva de Chávez en dirección a la Casa del Libro de la Gran Vía. Su presencia en la céntrica librería corrió como la pólvora y en nada se presentaron en las puertas detractores que abuchearon al líder venezolano al que gritaron desde "rata" a "dictador", y que a su vez fueron increpados por otro grupo de chavistas.

Chávez eligió el establecimiento para citarse, entre libros de historia de la tercera planta, con el presidente de Repsol, Antonio Brufau, ante quien anunció el hallazgo en Venezuela por parte de Repsol de una de las mayores reservas gasísticas del mundo y que pasaría a ser el mayor descubrimiento de la historia de la empresa española. "Brufau, ¿qué vamos a hacer con tanto gas?", preguntó Chávez ante la incredulidad de los pocos clientes que compartieron espacio con el dirigente. La librería fue cerrada al público y solo quedaron los que estaban dentro una hora antes de llegar Chávez.

Del hallazgo del gas se enteró Chávez estando con Zapatero. Por eso citó al presidente de Repsol en la librería. "Hablamos de camino al aeropuerto. Yo manejo". Sonriente, el venezolano abandonó la librería blandiendo en una mano el libro El capitalismo funeral , del alicantino Vicente Verdú, y repartiendo besos con la otra.