No habrá represalias. Más allá de la protesta formal que transmitió a Londres el viernes pasado, el Gobierno español descarta tomar medidas por la decisión del premier británico , Tony Blair, de enviar a su ministro de Defensa a Gibraltar a los actos del tricentenario de la invasión del Peñón por tropas inglesas.

El secretario de Estado para Europa del Ministerio de Asuntos Exteriores, Alberto Navarro, expresó ayer a este diario la determinación de su departamento de "no ir a más" en este nuevo episodio de confrontación con Londres. Eso sí, dijo que seguirá "con mucha atención" el desarrollo de la visita a la Roca que realizará el próximo día 4 Geoffrey Moon, un ministro que se destaca por su rechazo contumaz a las negociaciones con España sobre Gibraltar.

OTRAS PRESENCIAS Navarro transmitió el viernes la queja del Ejecutivo español a su homólogo británico, Denis McShane, que se hallaba de causalidad en Madrid. McShane explicó que Blair decidió enviar a su ministro de Defensa a Gibraltar para "no quedarse a la zaga" respecto a los partidos Conservador y Liberal, cuyos líderes máximos asistirán a la celebración del tricentenario. Consideradas insuficientes estas explicaciones, dos altos cargos de Exteriores convocaron después, por orden del ministro Miguel Angel Moratinos, al embajador británico en España, Stephen Wright, y le transmitieron el enfado de Madrid por este nuevo "gesto inamistoso".

Tras formular la queja, el Gobierno español no quiere entrar en lo que considera "provocaciones" de Londres, según explicó una fuente oficial. Las críticas las ha asumido ahora el PSOE, cuyo responsable de Relaciones Institucionales, Alfonso Perales, acusó ayer a Londres de comportarse "como un país del siglo XVIII con respecto a las colonias y las metrópolis".

Desde que José Luis Rodríguez Zapatero llegó a la Moncloa y ordenó el regreso de las tropas de Irak, las relaciones de España con Reino Unido han entrado en un periodo de frialdad. La negativa española a admitir en sus puertos a cruceros turísticos procedentes del Peñón ha sido usado por Londres como justificación de su actitud hacia Madrid.

PROBLEMAS INTERNOS Pero, la hostilidad de Blair --de la que no se libró tampoco Aznar pese a su amistad con el premier -- guarda relación con las dificultades internas por su intervención en la guerra de Irak. Blair no puede permitirse dejar que sus rivales políticos asuman el protagonismo del tricentenario de Gibraltar y le acusen de haber puesto en peligro el futuro del Peñón en sus negociaciones, hoy empantanadas, con España.

La primera visita "poco amistosa" ocurrió el 28 de junio, cuando, también con motivo del tricentenario, la princesa Ana recaló en la colonia. Once días después, Madrid volvió a protestar por la presencia del submarino nuclear Tireless .