En medio de grandes declaraciones de amistad, pero sin aclarar si los problemas están en vías de solución, España y Marruecos dieron ayer por cerrada la crisis de las relaciones bilaterales que duraba ya dos años y anunciaron el regreso "inmediato" de sus respectivos embajadores a Rabat y Madrid. Abdesalam Baraka, el embajador marroquí, viajará este mismo fin de semana a la capital española para reincorporarse a su puesto el próximo lunes. El español Fernando Arias Salgado hará lo mismo el lunes o el martes.

El anuncio de la "nueva etapa" lo hicieron los ministros de Asuntos Exteriores de los dos países, Ana Palacio y Mohamed Benaisa, en una jornada intensa de conversaciones que tuvo su momento más significativo en la audiencia que el rey Mohamed VI ofreció a la jefa de la diplomacia española en su palacio de Agadir. El monarca alauí anunció personalmente a la ministra su decisión de restablecer al embajador en Madrid como un "gesto al rey Juan Carlos, al presidente del Gobierno y al pueblo español", según manifestó Benaisa en la rueda de prensa que ofreció con Palacio en Rabat.

"MI AMIGA ANA"

Los ministros Palacio y Benaisa rivalizaron en adjetivos a la hora de describir el nuevo clima que presidirá las relaciones. Lo que se ha hecho, dijo Palacio, "no es pasar página, sino escribir un nuevo libro". Benaisa, que se refirió a su colega como "mi amiga Ana", destacó la "atmósfera relajada" de "confianza y amistad".

Preguntado por los contenciosos que precipitaron la crisis diplomática más larga de los últimos años, principalmente el conflicto del Sáhara, Benaisa dijo sonriente: "Hoy no hemos hablado de problemas, ni grandes ni pequeños. Hemos intercambiado ideas sobre cómo manejar las relaciones en el futuro".

El jefe de la diplomacia marroquí admitió que existen "situaciones" que resolver y citó la inmigración, la economía y la comprensión recíproca de la sociedad civil. "Cuando se restablece la confianza, las cosas son más fáciles porque hay voluntad", dijo. Ni una palabra sobre la reclamación de Ceuta y Melilla por Marruecos ni sobre el Sáhara, sobre el que los dos países mantienen posiciones contrapuestas.

PUNTO DE FRICCION

Rabat quiere que el Consejo de Seguridad de la ONU apruebe como solución a este conflicto el Acuerdo Marco, un proyecto consistente en la autonomía para los saharauis dentro de Marruecos. España ha dejado claro que sólo apoyará una solución aceptada por Marruecos y el Polisario.

Ayer, la ministra Palacio respondió con evasivas cuando se le preguntó si España va a apoyar la nueva propuesta de James Baker, favorable a las tesis marroquís. "Veremos qué pasa cuando llegue al Consejo de Seguridad, entonces hablarán los actores concernidos", respondió la ministra. Añadió que España "siempre ha adoptado una neutralidad constructiva y seguirá haciéndolo".

El Consejo de Seguridad, donde España tiene asiento desde el 1 de enero pasado como miembro no permanente, acordó ayer aplazar hasta el próximo 31 de marzo su decisión sobre una nueva propuesta para sacar el conflicto de su atolladero.

RECLAMO TURISTICO

Antes que del Sáhara, Palacio prefirió dedicarse a presentar un panorama idílico de las relaciones y, como si fuera un reclamo turístico, invitó a los españoles a "abandonar las ideas preconcebidas y prejuicios" y conocer la cultura marroquí. "Les parecerá interesante, les enriquecerá.".

La visita de Palacio comenzó en Agadir, a unos 600 kilómetros al sur de Rabat, a donde llegó a las 11 acompañada por el secretario de Estado de Exteriores, Ramón Gil-Casares, y un equipo reducido de colaboradores. Dos horas más tarde, fue recibida por Mohamed VI. Tras comer con Benaisa, ambos ministros volaron juntos a Rabat para continuar las conversaciones. La ministra, que cerró la jornada con un encuentro con el primer ministro marroquí, Dris Yetú, decidió pernoctar en Rabat tras cenar con Benaisa.