Perdió a su hermano menor en los atentados del 11-M y la única condición que puso para publicar sus reflexiones en este periódico fue no cobrar protagonismo alguno. Por eso, en su Diario de una víctima , publicado hasta ayer en este diario, ha ocultado su nombre real bajo el seudónimo de Sixto. "Escribir este diario --explica-- tenía varias intenciones. La primera, una especie de catarsis personal para expulsar parte de la porquería que tengo dentro. La segunda, contar desde dentro este espectáculo sin filtros políticos ni periodísticos. Pero, sobre todo, denunciar las rarezas e interferencias dentro de este inmenso cubo de basura en que algunos han querido convertir el proceso".

Al final, con lo que Sixto se queda del juicio es con otra cosa. "Estar junto a mis compañeros afectados es de lo más grande que me he encontrado en la vida. Los heridos y los padres, las novias, los hermanos e hijos de los fallecidos han escrito un manual de dignificación del comportamiento humano. Cada uno con sus ideas, pero con un respeto hacia el otro que posiblemente ningún político, periodista ni dirigente social en España alcanzarán nunca".

Finalizado el juicio, la mente de Sixto sigue lo suficientemente limpia y abierta como para decidir irse de vacaciones a Marruecos, país de procedencia de la mayoría de los acusados del 11-M. Tan limpia y abierta como la de su madre quien, pese al dolor, sigue llorando cada día la muerte de inocentes iraquís y volvería a manifestarse mil veces junto a sus hijos contra las guerras, sobre todo las ilegales.

"Agradezco la oportunidad --concluye Sixto-- de haber podido manchar un cachito de página de este periódico con las pequeñas ideas o valoraciones que se han caído de mi cabeza. Ha sido una experiencia. Lo único que no me ha gustado es el título: Diario de una víctima . Pero como espero que este juicio no se vuelva a repetir, mi mayor deseo es que no tengáis que rectificarlo", aseguró.