El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, se presenta hoy ante el Parlamento catalán en el tradicional debate de política general para hacer un balance del trabajo realizado en el último año y diseñar el nuevo impulso de la obra del Gobierno catalán en el segundo tramo de la legislatura, una vez aprobado el Estatuto en Cataluña.

En la particular hoja de ruta del presidente de la Generalitat figuraba que su comparecencia iría acompañada de un Gobierno catalán repleto de caras nuevas y sometido a una profunda reorganización funcional. Pero la discutible administración de los tiempos y las formas en las consultas con los socios del tripartito ha desembocado en una crisis institucional de gran calado y de difícil solución.

CONTINUA EL ENFRENTAMIENTO La jornada de ayer no sirvió para desbloquear el enfrentamiento entre los partidos, en particular, el PSC, y el president para encontrar una solución de circunstancias que permitiera a Maragall comparecer ante la Cámara catalana con una suerte de minicrisis resuelta mediante el cambio de cinco consejeros.

Que las cosas no iban bien pudo comprobarse de buena mañana en la frialdad de trato entre Maragall y el ministro de Industria y primer secretario del PSC, José Montilla, que no se dirigieron la palabra durante las sesiones fotográficas previas a la cumbre hispano-francesa que se celebró en Barcelona.

REGALO A LA OPOSICION Con este panorama, el presidente catalán acudirá hoy al Parlamento catalán como un líder maniatado, con medio Gobierno catalán cuestionado por él mismo en las quinielas de nombres que han trascendido para su recambio, y con la convicción de que una resolución unilateral de la crisis recurriensin los apoyos políticos para resolver una crisis, sin provocar otra de mayores dimensiones. Una situación inmejorable para CiU, que se hace cruces de que el tripartito haya sido capaz de dilapidar el éxito de la aprobación del Estatuto catalán en sólo 15 días.

Con esta insólita situación, las direcciones de PSC, ERC e ICV reconocen que no saben por dónde puede salir el president en su intervención de hoy. Su particular carácter hace difícil imaginar que se limite a un discurso de circunstancias para que al día siguiente la oposición le golpee sin piedad, ante la mirada cómplice de los suyos.

Que el presidente catalán no ha cejado en su intención de llevar adelante los cambios en el Gobierno catalán, lo dejó claro ayer aprovechando el púlpito de la cumbre hispano-francesa cuando en respuesta a una reflexión del presidente del Gobierno, José Luis Rodíguez Zapatero, sobre su responsabilidad para salvar la estabilidad parlamentaria, sentenció: "El parlamento no tiene responsabilidad en los cambios de gobierno, ni en Francia, ni en España, ni en Cataluña, por lo tanto, es una cuestión que queda circunscrita al ámbito de competencias del presidente de la Generalitat". Fin del mensaje.

INCOGNITA HASTA EL FINAL Hasta dónde querrá llegar hoy Maragall es una incógnita, aunque no hay que descartar que pueda plantear una cuestión de confianza para obligar al tripartito a ratificarle su confianza o forzarle --algo impensable-- a convocar elecciones.

El desenlace de esta crisis no ha dejado de alarmar, y de qué manera, a Rodríguez Zapatero, que ya tiene suficientes preocupaciones por el lado catalán con la digestión de un Estatuto del calado que ha llegado al Congreso de los Diputados. La singular trifulca del Gobierno catalán da más munición al PP y alimenta la imagen --como ya ocurrió el pasado mes de febrero con el caso del 3% -- de que la clase política catalana vive encerrada en sí misma y se debate en una polémicas incomprensible para el resto de los mortales.