Tal como estaba previsto, la crisis originada por la expulsión de los seis consejeros de ERC se ha cerrado con un desembarco del PSC en el Gobierno de la Generalitat catalana, que ha adquirido de esta forma un tono monocolor, apenas matizado por el toque ecosocialista de ICV-EUiA. El nuevo Ejecutivo se pone en marcha con el objetivo central de que gane el en el referendo del Estatuto y realizar una gestión sin estridencias ni nuevos escándalos hasta las elecciones previstas para el próximo otoño.

Esta vez, además, la crisis se ha saldado a satisfacción del presidente, Pasqual Maragall, y del primer secretario del PSC, José Montilla, tarea que no siempre ha sido fácil. La entrada en el Ejecutivo de Joan Manuel del Pozo (Educación y Universidades), Carme Figueras (Bienestar y Familia) y Xavier Sabaté (Gobernación), veteranos militantes de larga trayectoria municipal, refuerza el perfil de un Ejecutivo que se ha enfundado el traje de faena, sin protagonismos mediáticos, muy al gusto de Montilla, para apurar los seis meses que faltan para la cita electoral.

Maragall, por su parte, ha logrado, aunque sea al final del mandato, uno de sus más ansiados objetivos, la reducción de la estructura del Gobierno con la supresión de carteras, a imagen y semejanza de lo que hizo cuando era alcalde de Barcelona. De esta forma, la salida de seis consejeros republicanos se ha compensado con la entrada de solo tres socialistas.

PLANTO DE ULTIMA HORA Como el sino de este Ejecutivo es el sobresalto, la jornada no quedó sin su cuota. El consejero portavoz, Joaquim Nadal, tuvo que demorar dos horas el anuncio de la composición del Gobierno, porque el delegado de la Generalitat en Madrid, Santiago de Torres, amigo íntimo de Maragall para más inri, declinó a última hora la oferta para ir a Gobernación, alegando razones familiares. A toda prisa hubo que improvisar un plan B que llevó al Ejecutivo a Xavier Sabaté. Maragall veía así cómo caía la última de sus apuestas más personales, tras quedar descartado su hermano Ernest, y haber rechazado otra oferta la vicepresidenta del PSC, Manuela de Madre.

La decisión de dejar vacante la conselleria primera para no alimentar las especulaciones sobre la sucesión de Maragall ha tranquilizado a la dirección del PSC, que desea abordar este debate con mayor calma una vez pasado el referendo, cuando se espera que el presidente catalán haga saber si desea o no volver a presentarse. Descartada pues la sustitución del republicano Josep Bargalló, la reorganización refuerza a tres consejeros, aunque sea aventurada cualquier especulación sobre el futuro.

El caso más claro es el de Joaquim Nadal. El portavoz del Gobierno y consejero de Política Territorial, cuya carrera parecía tocada tras la catástrofe del Carmel, ha incorporado a sus responsabilidades la cartera de Presidencia, con parte de las atribuciones de Bargalló. Desde su nuevo cargo, Nadal jugará un papel clave en la delicada relación con el resto de fuerzas políticas para garantizar los difíciles equilibrios que tendrá que hacer un Gobierno en minoría.

El segundo consejero que sale reforzado es el de Economía y Finanzas, Antoni Castells, que asume las de Comercio y Turismo. Valorado por el Gobierno central, amigo del vicepresidente Pedro Solbes y bien visto por CiU, Castells no parece, sin embargo, una opción de futuro para el aparato del partido, que controla Montilla.

Un poco más atrás, aparece también reforzado, al asumir las competencias de Consumo, el consejero de Trabajo e Industria, Jordi Valls, uno de los valores emergentes de la escuela municipalista del PSC y cuyo nombre suena como uno de las alternativas del PSC a la hora de suceder a Maragall. Todo ello, con permiso de Montilla, líder indiscutido, al que los suyos no han logrado convencer de que dé un paso al frente, y que no está dispuesto a mostrar sus cartas mientras Maragall no haga lo propio.

EL DIA DE LA CONSULTA A la espera de abordar este debate sucesorio, la familia socialista se ha conjurado para que a partir del lunes Gobierno y partido toquen a una. Sin embargo, ayer aún sonó alguna nota discordante. Mientras Nadal admitía la posibilidad de que la fecha del referendo podría trasladarse del domingo 18 de junio al miércoles, 21, para favorecer una mayor participación, fuentes de Presidencia de la Generalitat lo desmentían rotundamente.