Pasqual Maragall ejecutó ayer con extrema precaución una nueva fase de la voladura controlada del tripartito con el objetivo de que, tras las próximas elecciones autonómicas de otoño, PSC, ERC e ICV-EUiA puedan levantar sobre el mismo solar, tal vez, un nuevo edificio de paredes más sólidas. "La semana pasada tuve que tomar una decisión que, os lo aseguro, ha sido una de las más difíciles de mi vida política, si no la más difícil", afirmó el president en un breve pero meditado discurso, que tuvo como eje central el elogio indisimulado a Esquerra. Solo le afeó a sus ya exsocios republicanos el no al Estatuto catalán, pero no por malvado, sino por equivocado.

Maragall presidió ayer la toma de posesión de Joan Manuel del Pozo, Carme Figueras y Xavier Sabaté (los tres socialistas), como nuevos consejeros de su Gobierno. A estos les dio la bienvenida y les puso como "primera y principal" tarea el referendo del 18 de junio. Pero poca atención más les prestó, pues quiso concentrarla en los republicanos. "Todos ellos han trabajado con un sentido del deber y una eficacia probada", dijo. Pero personalizó el elogio en el consejero primero, Josep Bargalló, por su "eficacia", "lealtad" y un "talante muy difícil de encontrar en política".

EN FUNCION DE LAS ELECCIONES Si habrá o no nuevo tripartito dependerá del resultado electoral, y si Maragall cabe en él (ERC e ICV han expresado sus reservas) no es una cuestión a la que el principal afectado, el president , hiciera ayer la más mínima referencia. En cualquier caso, resulta curioso que Bargalló haya pedido un permiso de estudios sin remuneración para no volver a su antigua ocupación (profesor de instituto) hasta el próximo diciembre, justo cuando se conocerán ya las opciones reales de reconstruir de nuevo el tripartito. Maragall fue claro ayer en reivindicarlo. "¿Sería normal que, después de todo, al final gobernara un partido que no fue el que hizo el Estatut en los 25 años que pudo hacerlo?".