Pasqual Maragall y el tripartito optaron anoche, tras una tensa jornada en la que ambas partes mantuvieron sus posturas, por encontrar una salida aceptable a la crisis abierta el pasado viernes. Ese día el presidente catalán comunicó a sus socios de ERC su propósito de relevar del cargo a ocho de los 16 consejeros del Gobierno antes del debate de política general que comienza mañana en el Parlamento autonómico. Tras un sábado y buena parte del domingo en que ERC y ICV-EUIA, pero sobre todo, el PSC, rechazaron tajantemente el plan, el tripartito, visto que Maragall mantenía el pulso, asintió siempre y cuando la reforma del tripartito sea de menor calado. Se prevén cinco relevos, tres de ellos, socialistas.

La situación empezó a reconducirse a las nueve de la noche cuando la Generalitat hizo público un comunicado en el que se indicaba que Maragall creía llegado "el momento de dar un nuevo impulso a la acción de gobierno", para lo que abría "un proceso de consultas" con los socios del tripartito, y precisaba que "no hay ninguna decisión tomada". De esta manera ambas partes --el president y los partidos-- ponían el contador de la crisis a cero y salvaban sus respectivas posiciones. Maragall dejó claro que a él corresponde legalmente tomar la iniciativa de la reorganización, y los socios le fuerzan a realizar unos contactos de una forma más ortodoxa que la iniciada el viernes, a espaldas de su propio partido.

MALESTAR Pese a que el malestar en los tres partidos era más que evidente, los dirigentes habían llegado a la conclusión de que si Maragall se empeñaba en seguir adelante, sólo cabían dos posibilidades, una impensable, retirarle la confianza, y otra preferible, pactar una reorganización limitada antes del debate de política general que comienza mañana y dejar para más adelante las conclusiones que haya que sacar de esta crisis y sus consecuencias.