Enfundado en un sobrio traje negro, sin asomo de desaliño, y el semblante tan grave como sereno, Pasqual Maragall leyó ayer tarde, con voz clara y solemne, una declaración institucional. El presidente de la Generalitat de Cataluña eligió esta fórmula --que no admite preguntas de los periodistas-- para salir al paso de la tormenta política levantada por la oposición a raíz de su polémica alusión al cobro ilegal de comisiones por parte de CiU. En su estudiada comparecencia en el palacio de la Generalitat, contrapuso la oposición del PP, que juzgó legítima, a la de CiU, cuya actuación deploró.

"No considero en absoluto aceptable, no lo considero, que el president de la Generalitat tenga que hablar bajo amenaza de querella", manifestó seis horas después de que la federación nacionalista hiciera efectiva su amenaza de querellarse contra el jefe del Ejecutivo catalán por una frase --"ustedes tienen un problema que se llama 3%"-- que el líder de CiU, Artur Mas, interpretó inmediatamente como una acusación de corrupción.

SIN PRECEDENTES Maragall consideró que ni sus palabras ni el incidente parlamentario merecían una iniciativa de tamaña magnitud, y que la presentación de una querella por injurias y calumnias era un "hecho sin precedentes". "Es un hecho grave, gravísimo", enfatizó.

En el otro lado de la balanza situó la moción de censura presentada por el líder de los populares catalanes, Josep Piqué. Aunque la petición de dimisión del president por parte de éste en el pleno sobre el hundimiento del Carmel llevó a Maragall a romper relaciones "para siempre" con Piqué, la actuación del PP la enmarcó dentro de los "mecanismos parlamentarios establecidos". Pese al carácter "meramente instrumental" que otorgó a la moción, reconoció la "legitimidad absoluta" de la iniciativa. "Afronto con serenidad el escenario que se ha abierto", manifestó Maragall. "El Gobierno y yo mismo la afrontaremos debidamente, no tengan ninguna duda", insistió, durante una intervención destinada también a rebajar el clima de crispación.

La declaración incluyó una defensa del Gobierno autonómico y de la cohesión del tripartito. Maragall reiteró su compromiso con "la transparencia de las instituciones". "Si con alguien alguna vez nos tendremos que excusar por falta de transparencia es con la gente, con los ciudadanos de nuestro país", concluyó. El president respondió así a la petición de CiU de una segunda rectificación --en el pleno ya dio marcha atrás-- pública y formal para retirar la querella.

Con la presentación de la querella por parte de CiU se ha puesto en marcha el reloj de una próxima semana de alto voltaje de la política catalana, pero con un inesperado ingrediente de última hora que ayer elevó un poco más la temperatura: el aniversario de los atentados del 11-M.

Ante una moción de censura presentada por un grupo parlamentario con sólo 15 diputados, el tripartito, en especial ERC, decidió inicialmente responder con un pleno de bolsillo , de una única jornada. Y además, cuanto antes mejor. Esa estrategia, por simple aplicación del reglamento, determinaba el próximo viernes, 11 de marzo, como la fecha a elegir. El PP cayó en la cuenta en el último minuto. Solicitó otra fecha, pero el tripartito, con el beneplácito de CiU, ignoró la petición. "La vida continúa", argumentó el portavoz de ERC, Joan Ridao. "Esto es una animalada y un disparate", explotó el portavoz popular.

La bola de nieve, a partir de ese momento, creció exponencialmente. En Madrid, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, no quiso hacer comentarios. Pero el PSOE había iniciado ya una urgente ronda de llamadas telefónicas para consensuar con el PSC una rápida alteración de los planes con el objetivo de no añadir nuevos elementos de crispación.

SOLUCION SINGULAR El presidente del Parlamento catalán, Ernest Benach, convocó a la junta de portavoces para las seis de la tarde. "Seguramente hacer el debate el 11-M habría sido un motivo más para complicar las cosas en la situación política catalana", aceptó.

La solución no deja de resultar singular. El pleno se celebrará el día 10, pero el reglamento impide que esa jornada pueda votarse la moción (deben transcurrir cinco días hábiles desde la entrada en el registro). La votación, por tanto, será el 11-M. Debatir, no, pero votar, sí. Tras la votación se leerá una declaración en conmemoración del 11-M. El PP agradeció la "cordura" del tripartito a la hora de rectificar.