Estos dos años, la Plataforma de Defensa de l´Ebre, contraria al Plan Hidrológico Nacional, ha dejado sentir su voz en Barcelona, Madrid, Zaragoza, Valencia y Bruselas. Una protesta territorial persistente y masiva, fruto del consenso social. Hasta ahora CiU había sido la pantalla de la ira popular. Ayer, el blanco fue Josep Piqué, que fue recibido con la simbólica alfombra de sal. No parece que hoy, en Alcanar, Jordi Pujol pueda evitar su ración. En año electoral, la marea de sal puede desertizar en estas comarcas a unas fuerzas políticas que han resultado más devastadoras que el mejillón cebra.