Ayer era fiesta en Marruecos, y esta vez la manifestación frente a la frontera de Melilla, sin ser masificada, fue vistosa. Con cierto aire festivo --aunque voló alguna piedra--, más de 2.000 personas bloquearon el paso fronterizo apoyadas por una división motorizada: unos 30 taxis de Beni Enzar, rojos como las numerosas banderas marroquís.

Fueron tres horas de los cánticos y consignas, amenizadas por algún incidente singular, como la retención por parte de la policía española del senador marroquí Yahia Yahia, para entregarle una citación judicial. Yahia preside la Comisión de Amistad Hispano-Marroquí, pese a su beligerancia antiespañola.

Más allá del enojo general, Beni Enzar tiene sus propios agravios: "Esto y Melilla son un mismo pueblo partido por una verja", dice Mohamed. En esta ciudad de 30.000 almas, al menos 5.000 trabajan en Melilla, sobre todo en la construcción, el servicio doméstico y la hostelería. Por no hablar del comercio legal, alegal e ilegal. Cada día pasan la verja 30.000 personas y 4.000 coches. Pero ayer la policía española les pedía el visado, que sabe que no tienen.