Amuchos ciudadanos les sorprendió que el juez José Castro anunciara en octubre del 2009 la imputación del expresidente balear Jaume Matas y le citara a declarar para marzo. Parecía que al avisarle con tanto tiempo le daba ventaja y le proporcionaba la posibilidad de preparar con detalle su defensa e, incluso, la de modificar las pruebas. Ahora se ha visto que Castro tenía tan bien atadas las acusaciones contra Matas que este no ha sido capaz más que de negarlas con monosílabos o con argumentaciones tan peregrinas que al juez le han parecido una burla.

Más allá de admitir que ha manejado dinero negro --de origen supuestamente legal como un alquiler no declarado a Hacienda--, o Matas se sentía tan seguro que no ha creído necesario defenderse o simplemente es que no ha podido. Al fin y al cabo, la investigación se abre por numerosas denuncias anónimas de ciudadanos de Palma sorprendidos de la alegría con la que el matrimonio realizaba innumerables gastos, que pagaba con billetes de 500 y de 200 euros, además de comprarse un lujoso palacete en el centro histórico de la ciudad.

Es decir, que fue su comportamiento ostentoso --ostentóreo que decía el difunto alcalde de Marbella Jesús Gil y Gil y que debería recoger la Academia porque define bien esa mezcla de ostentación y descaro-- lo que le delató ante la sociedad. Eso fue lo que creó alarma social antes incluso de que el caso saliera a la luz. Y ese hecho y la cantidad de pruebas que el juez parece haber reunido contra el expresidente balear son los que hacen más injustificable la tibia respuesta de la dirección del PP.

El PP está obligado a dar explicaciones a los ciudadanos, que es a quien deben dar cuentas los políticos y que son los que están escandalizados ante la posibilidad de que Matas se haya enriquecido con dinero público. No vale con decir, como hizo Mariano Rajoy, "si puede que demuestre su inocencia" o "le deseamos lo mejor", porque Rajoy está políticamente obligado a desear que se haga justicia y que, por tanto, si se demuestra que Matas ha delinquido vaya a la cárcel.

Existen más razones por las que el líder del PP no puede desentenderse de Matas. Se trata de un dirigente muy destacado de su partido, exministro de José María Aznar y dos veces expresidente de Baleares. Pero además, la última etapa de su presidencia autonómica (2003-2007) coincidió ya con el periodo en que Rajoy presidía el PP, así que ni siquiera puede alegar que pertenece a otra época. La actitud ante Matas, a quien ha dado la espalda, contrasta con la mantenida con los acusados por el caso Gürtel , en particular con el extesorero Luis Bárcenas, quien mantiene militancia, escaño en el Senado, despacho en Génova y a quien el PP le paga el abogado.