La concesión de cruces al mérito a los escoltas que ayudaron a Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre tras el accidente de helicóptero que ambos sufrieron en Torrejón el 1 de diciembre del 2005 ha provocado una tormenta en la policía. José Manuel Sánchez Fornet, secretario general del Sindicato Unificado de Policía (SUP), mayoritario en el cuerpo, remitió ayer una carta al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en la que le anuncia la ruptura de la tregua que mantenía su organización con el Gobierno desde hace dos años.

El conflicto se desató el pasado mes de abril, cuando la Dirección General de Policía anunció la concesión de dos cruces al mérito policial con distintivo rojo, pensionadas con el 10% del salario de por vida, a los dos escoltas del jefe de la oposición que le ayudaron a salir del aparato siniestrado, y otras dos con distintivo blanco, sin compensación económica que valga, a los que hicieron lo propio con la presidenta de Madrid.

Fornet ya expuso entonces la irregularidad de estas distinciones que, en su opinión, "se deben de conceder por el hecho concreto y no por el cargo de la persona que resulta socorrida". En caso contrario, "se pone en evidencia un sistema injusto, arbitrario y corrupto".

En saco roto

Su advertencia cayó en saco roto y las medallas se entregaron tal como se había decidido, lo que ha colmado el vaso de agravios del sindicato mayoritario, que en su carta a Rubalcaba comunica que boicotearán este año las entregas de medallas del 2 de octubre y que, a partir de ahora, "los chuzos van a caer de punta". También anuncia que se van a convocar ruedas de prensa para desvelar la "corruptela" en la concesión de cruces "durante las últimas décadas", una amenaza que se promete jugosa.

Ayer mismo, el SUP ya lanzó la primera andanada con un comunicado oficial en que que afirma que las medallas del cuerpo se dan a "amigos, queridas, conocidos y familiares", sin que se hayan atendido las exigencias de regular su concesión para atender realmente al mérito policial de los distinguidos.

La ruptura del SUP, que es el sindicato más afín a las ideas progresistas del partido en el poder, se veía venir desde hace meses. Sus dirigentes han presentado en las últimas semanas quejas y denuncias sobre incumplimientos laborales en las plantillas de Zaragoza, Málaga y Madrid que hasta ahora no han sido corregidos.

Las bases sindicales ya desempolvan pancartas para nuevas movilizaciones, aburridas de estar quietas desde que el PP perdió el Gobierno.