El Sahel es polvo y calor. La única sombra para parapetarse de los rayos de sol que caen a plomo y el fuerte siroco se encuentra en los solitarios árboles del desierto, parecidos a la acacia. En ese entorno duro y hostil viven secuestrados desde hace medio año los cooperantes catalanes Albert Vilalta y Roque Pascual, que el pasado 29 de noviembre repartían ayuda humanitaria en Mauritania cuando un grupo de colaboradores de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) los asaltó en mitad de una carretera y los llevó al norte de Mali.

Los raptores apresaron también a la voluntaria Alicia Gámez, cuya puesta en libertad se consiguió a los 101 días de su cautiverio. Desde entonces, la célula terrorista que retiene a Vilalta y Pascual, dirigida por el argelino Mojtar Ben Mojtar, negocia su rescate "por una cantidad al menos dos veces más alta" que la que se pagó por Gámez, aseguraron fuentes próximas al actual interlocutor encargado de conseguir el fin del cautiverio, Mustafa Ould Liman Chafil. De origen mauritano, es consejero, además, de un amigo de confianza del presidente de Burkina Faso, Blaise Compaoré.

Sin detalles

Chafi recibió a este redactor en el hotel Independiente de Uagadugú, la capital de Burkina Faso. Su teléfono suena sin parar. Sabe mucho pero cuenta poco. "No puedo dar detalles de las gestiones hasta después de la liberación. Ahora hay que ser pacientes, optimistas y rezar mucho. Dile a España que rece", afirma. Burkina Fasso, país que lo adoptó desde que se opuso al régimen mauritano de Mohamed Ould Abdelaziz, retomó el liderazgo de las negociaciones en el caso de Vilalta y Pascual para evitar nuevas enemistades magrebís. Argelia y Mauritania rompieron relaciones diplomáticas con Malí cuando el gobierno de Bamako accedió a excarcelar a cuatro salafistas a cambio del ciudadano francés Pierre Camatte. Según el ministro de Defensa de Burkina, Yero Boly, las negociaciones "deben acabar en una liberación en buen estado de salud de los rehenes".

En la capital mauritana, Nuackchot, persiste la duda de que los terroristas de Al Qaeda exijan una liberación de presos a cambio de Vilalta y Pascual. "También parecía que la vida de la pareja italiana dependía de la excarcelación de terroristas y al final se conformaron con un pago económico de más de siete millones de dólares que desembolsaron los libios. AQMI es imprevisible. Estos verdugos solo quieren dinero", afirmaron fuentes de la inteligencia mauritana. En las tierras mauritanas, las cosas han cambiado.

Turismo hundido

El azote del terrorismo y los secuestros de occidentales han hundido las exitosas cifras del turismo que salvaron durante unos años la raquítica economía de las familias nómadas y han levantado un halo de pavor en torno a una sociedad musulmana donde siempre imperó una versión tolerante del islam. Las advertencias de máxima prudencia y discreción de las autoridades y del pueblo se suceden a cada paso borrado por las corrientes de polvo y arena que envuelven las calles de la capital.