"Pero, ¿a qué hora viene?", pregunta una vecina de A Fonsagrada a otra, en la calle principal de este pueblo lucense. "No sé, solo han dicho que la comida es a la una y media", obtiene por respuesta. Faltaban dos horas para la llegada de Zapatero, pero todo el mundo ya estaba preparado. En la peluquería de Cecilia, este sábado no pararon de trabajar y, además, el sol permitió lucir los estampados de verano.

El ruido de un helicóptero obliga a levantar las miradas. "Pero vendrá en coche", afirma convencido un vecino. Y tenía razón. El presidente del Gobierno fue desde Oscos (Asturias), donde apura sus últimos días de vacaciones.

Zapatero llegó puntual. Allí le esperaban desde hacía horas los mil asistentes, muchos de ellos alcaldes y concejales socialistas de Galicia y Asturias. Pero también querían verle los vecinos que se habían quedado sin sitio o que, simplemente, fueron a curiosear. Se agolpaban en las aceras recién construidas para la ocasión. Intentaron fotografiar y tocar al presidente mientras en la cocina se acababa de cocer el pulpo. A unos metros, el secretario de organización del PSOE, José Blanco. Dio besos y abrazos, al tiempo que en la megafonía sonaba Luis Miguel.