Es como si el caso de Eduardo Tamayo hubiera sido un toque a rebato para corruptos. Quizá, el calor. Pero algunos salen del guión del espanto que puede llevar a muchos ciudadanos a la desafección de la política. Dos concejales socialistas de Marbella han vuelto al redil. No hay nada que hablar con Gil ni con sus iguales. Son la corrupción, la golfería y el franquismo. No valen coartadas. La parlanchina Isabel García es lo mismo que la muda Teresa Sáez. Pero al menos, nos han quedado dos.