Desafiaron al sol, primero, y a una granizada antológica, después. A las distancias kilométricas desde sus provincias de origen, a las obras de Madrid y a los impedimentos de la Policía Municipal de la capital, que cerró el centro al tráfico. Pero sobre todo desafiaron a su propio régimen disciplinario, que recoge penas de privación de libertad para los guardias civiles que osen sindicarse o manifestarse. Unas 3.500 personas protestaron ayer en la Plaza Mayor de la capital de España para exigir al Gobierno que cumpla la promesa electoral del PSOE y derogue el régimen disciplinario militar de la Guardia Civil.

Por primera vez en los 160 años de historia del cuerpo, además de esposas y familiares, en la protesta participaron agentes vestidos de paisano y desarmados, según la convocante Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), mayoritaria entre los agentes. Alguno, no obstante, se atrevió a colocarse el tricornio. A modo de uniforme, vistieron chalecos reflectantes verdes y naranjas.

"Libertad", "democracia", "Zapatero, embustero" y "Arruche, dimisión" fueron los gritos más coreados, con los que interrumpían los discursos de los representantes de las organizaciones que se adhirieron a la convocatoria. Entre los que intervinieron estaban los líderes de UGT y CCOO, Cándido Méndez y José María Fidalgo. También habló el presidente de Eurocop (asociación que aglutina a sindicatos policiales de 21 países europeos y que suma 600.000 afiliados), Heinz Kiefer, y portavoces de los Mossos d´Esquadra y de la Ertzaintza. El actor José Sacristán leyó el manifiesto oficial.

"UNA GUARDIA CIVIL, CIVIL" Fernando Carrillo, portavoz de la convocante AUGC, cerró los discursos bajo una intensa lluvia exigiendo a los nuevos ministros de Defensa e Interior, José Antonio Alonso y Alfredo Pérez Rubalcaba, "una Guardia Civil que esté enteramente bajo control del Ministerio del Interior", es decir, que salga de la órbita de Defensa tras abandonar su régimen militar. "Queremos una Guardia Civil, civil", resumió.

Esta asociación reanudó su campaña de movilizaciones tras constatar que, transcurrido un año de Gobierno socialista, seguían sin tramitarse el nuevo estatuto de derechos (incluido el de sindicación y manifestación) y de deberes de los guardias civiles; así como la reforma del régimen disciplinario para eliminar los arrestos. Según apuntó la AUGC, los datos reflejan la precaria situación de la Guardia Civil, ya que en los últimos 10 años ha habido 17.000 bajas psicológicas, 438 suicidios o tentativas y 356 condenados por tribunales militares, de los cuales 206 purgaron sus faltas con penas de privación de libertad en la cárcel de Alcalá-Meco.

SIN CASTIGOS Carrillo, no obstante, consideró "esperanzador" el relevo de José Bono en el Ministerio de Defensa y se ofreció a negociar con los nuevos ministros de Interior y Defensa. Entre los manifestantes, cundía la convicción de que nadie será represaliado por haberse manifestado.

Los oradores aludieron a la condición de "ciudadanos de segunda clase" que sufren los guardias, con "sueldos insuficientes" y condiciones de vida "indignantes". "Los guardias civiles que velan por nuestros derechos están privados de ellos", dijo Sacristán. Cándido Méndez preguntó: "¿Cómo es posible que el presidente del Gobierno español retirase las tropas de Irak enfrentándose al presidente del país más poderoso del mundo y no supere la oposición de la cúpula militar que oprime a los guardias civiles?".