Desde el 2005 el profesor Aguilar ha contado 21 actos de masas (22 con el del domingo) de sectores de la derecha contra Zapatero. Y el gran protagonismo ha recaído en la AVT y en la jerarquía católica.

Nada hay que objetar a que el cardenal Rouco Varela organice, en conjunción con Roma, la mayoría de obispos y varios movimientos católicos, un acto religioso, con procesión de la virgen de la Almudena incluida, a favor de la familia cristiana. Ni a que ese acto se convierta en un mitin de los obispos contra Zapatero. Ni a que contabilicen dos millones de asistentes cuando no llegaron a 200.000. Tienen derecho a expresar repulsa al matrimonio homosexual, a la ley del aborto (que Aznar no tocó), al divorcio exprés y a la educación para la ciudadanía.

Pero los ciudadanos que no comparten esa concepción, empezando por miles de católicos divorciados, también tienen derecho a sacar algunas conclusiones. La primera es que la vecindad del acto de apoyo a la familia con el inicio de la campaña electoral atestigua que la jerarquía apuesta por el PP. Es legítimo. La UGT lo hace por ZP. Pero la Iglesia católica no debe extrañarse entonces si se la clasifica de fuerza de derechas. Es su libre elección.

La segunda es que la Iglesia ha sido bien tratada por los gobiernos democráticos, incluidos los socialistas. En esta legislatura se ha llegado a un pacto que mejora la financiación de la Iglesia en base a los impuestos que recauda el Estado. Es un sistema generoso que no existe en todas las democracias. Y los fondos públicos financian a la escuela concertada, muchas veces católica. Tampoco es normal en muchas democracias. Quizás convendría no olvidar la virtud cardinal de la prudencia.

La tercera conlleva cierta indignación. Ahora resulta que la familia cristiana pudo convivir durante años con la dictadura y que cuando España, democráticamente, aprueba leyes que no gustan a los obispos (pero sí a muchos católicos) se va nada menos que a "la disolución de la democracia". El cardenal Rouco y el cardenal García Gasco --el de Barcelona, Martínez Sistachs, parece que tuvo una providencial gripe que le impidió asistir al acto de Madrid-- tienen derecho a defender sus ideas. Pero no deben alegar, porque suena a cinismo de la peor especie, que peligra la democracia. Saben que el Estado es aconfesional.

Cuando todavía colea la metedura de pata del obispo de Tenerife, conviene ser prudentes. Nadie es perfecto y quizás una ley de uniones libres habría solucionado el problema con menos crispación.

Pero la democracia es el gobierno de la mayoría y el respeto a los derechos de las minorías. La Iglesia puede discrepar. Pero no le conviene usar el nombre de la democracia en vano. Porque, en España, tiene poca autoridad moral para ello.