José Montilla no volverá a sentarse en el hemiciclo del Parlament. El presidente de la Generalitat en funciones anunció ayer ante la plana mayor del PSC que no recogerá su acta de diputado y que, de forma provisional, el elegido para dar la réplica a Artur Mas será el todavía conseller de Política Territorial, Joaquim Nadal, al que una vez más le toca hacer de bombero. Nadal controlará el grupo parlamentario hasta que la dirección que surja del congreso del partido, que se celebrará en otoño del próximo año, decida a quién pone como jefe de la oposición. A su lado tendrá a otro incombustible, Miquel Iceta, como portavoz en la Cámara catalana.

"La ejemplaridad personal es exigible cuando se tiene una visión ética de la política. Yo no me aferro al cargo ni a la silla. Actúo por convicción. La derrota debe tener consecuencias, y hay que tener visión de futuro. Mi presencia en el Parlament evitaría ambas cosas", explicó Montilla después de presidir la reunión de la ejecutiva, que dedicó más de cuatro horas a analizar la debacle del domingo.

El líder socialista ha elegido a Nadal para controlar al nuevo Govern de CiU porque sabe que el veterano político no tiene ninguna aspiración sucesoria. Cosa que no pasa con la todavía titular de Justicia y número dos de la candidatura, Montserrat Tura, a quien, en principio, hubiese correspondido coger las riendas del grupo parlamentario. Porque aunque el primer secretario del PSC asegura que no pretende dirigir el proceso de renovación, ayer ya envió un mensaje al descartar a Tura.

No quiso premiarla con la proyección pública que conlleva ser jefe de la oposición, ya sea para no darle ventaja respecto a otros posibles candidatos a la sucesión o para apartarla definitivamente de la carrera. Tal vez sirva como pista que durante su intervención Montilla se refirió a la necesidad de tener en cuenta a las nuevas generaciones del partido.

Fuentes cercanas a Tura no escondieron su malestar por una decisión que interpretan como una prueba de que, pese a que en público se insiste en que se ha entendido el castigo, en privado se actúa como si no hubiese pasado nada.