Cataluña alcanzó ayer un hito histórico. Quebró el mito según el cual la presidencia de la Generalitat estaba reservada a catalanes de varias generaciones y de extracción acomodada. Ayer, un hombre nacido en 1955 en una familia humilde de Iznájar (Córdoba), que en 1971 tuvo que emigrar a Cataluña, fue investido presidente de la Generalitat.

El socialista José Montilla tomará posesión del cargo el martes próximo de manos de su predecesor y correligionario, Pasqual Maragall. Será el 128º president y el primero en la historia democrática de la institución nacido fuera de Cataluña .

El nuevo president dejó ayer bien claras algunas de sus ideas antes de ser elegido con los votos de los 70 diputados que soportarán su Ejecutivo (PSC, ERC e ICV) frente al rechazo de los 65 de la oposición (CiU, PP y Ciutadans). Uno de esos criterios fue el que se refiere a la cuestión nacional. La nación catalana, a su juicio y de sus aliados, se construye a base de políticas sociales y de desarrollo económico, toda vez, agregó Montilla en su cruce dialéctico con el nacionalista Artur Mas, que el nuevo Estatut colma las aspiraciones nacionales de esta generación.

Mas acusó al socialista de carecer de "ambición nacional" y afirmó que el president considera que el nivel de autogobierno que fija la nueva Carta autonómica supone "la estación final" de la construcción nacional de Cataluña. Montilla le replicó que el Estatut no es la parada de destino de Cataluña, pero sí, a su juicio, de la generación que ahora dirige la sociedad catalana.

También fue claro Montilla sobre la cuestión lingüística cuando el líder del PP, Josep Piqué, anticipándose a Ciutadans, pidió a Montilla una reforma de la ley del catalán para eliminar el régimen sancionador. El dirigente socialista desestimó la propuesta y aseguró que en Cataluña no hay ningún conflicto idiomático: "No inventen problemas donde no los hay".

Montilla afirmó que en Cataluña coexisten dos idiomas oficiales, el catalán y el castellano. Este último lo entiende y lo habla todo el mundo, prosiguió, pero el catalán está en "situación de riesgo", no todos lo hablan o lo hacen de forma deficiente. "Yo soy un ejemplo de esto último", apostilló. Por esa razón, prosiguió en su réplica a Piqué, el catalán necesita políticas públicas de "protección". Pocas más discusiones identitarias hubo ayer en el Parlamento. El republicano Josep Lluís Carod-Rovira bendijo el "patriotismo social" predicado por Montilla.

Artur Mas, jefe del principal grupo de la oposición, puso dos condiciones para aceptar la mano que Montilla le había tendido la víspera. Primera, que no busque su apoyo para compensar posibles discrepancias del tripartito. Y dos, que no hurgue más en la soledad política de CiU.

FELICITACION DE ZAPATERO Una de las primeras llamadas de felicitación que recibió Montilla fue la del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Le deseó suerte, le dijo que espera recibirlo pronto en la Moncloa y, según fuentes socialistas, le mostró su satisfacción por la prioridad que la Entesa quiere dar a las políticas sociales.