Las traiciones de un amigo suelen ser las que más duelen. Las de un hermano pueden provocar heridas irreparables. José Montilla definió ayer a José Luis Rodríguez Zapatero como un amigo, y el líder del PSOE consideró al PSC un "partido hermano". Las elecciones catalanas volverán a poner a prueba esos lazos de afinidad, que empezaron a resquebrajarse cuando, cuatro años atrás, Montilla vio cómo Zapatero prefería un Gobierno catalán de CiU que otro tripartito. Luego vinieron los pulsos por el Estatut, las infraestructuras, la financiación y la sentencia del Tribunal Constitucional. Aún con las cicatrices de tanta pugna, Montilla no desaprovechó el regreso de Zapatero a Cataluña para advertirle de que no le conviene fiarse de todo aquel que le tiende la mano, en alusión a CiU, si no quiere exponerse a una puñalada por la espalda.

AVISO AL PRESIDENTE Solo el saludo de cortesía --"José Luis, bienvenido a Cataluña. Ya sabes que estás en tu casa"-- evitó que Montilla comenzase su intervención en la Fiesta de la Rosa del PSC, en Gavá (Barcelona), con el aviso a Zapatero. Incluso antes de echar mano de su manual de precampaña, el candidato socialista se situó por un momento en el día siguiente de los comicios catalanes: "El 28-N me enfrento a alguien que te ha negado el voto en dos ocasiones para dárselo a Aznar. Que intenta por todos los medios que no te aprueben los presupuestos. Que quiere ver a Mariano Rajoy en la Moncloa. Que coquetea con las políticas antisociales de los mismos que han perseguido el Estatut y que utilizan la inmigración". Al repasar el currículo de Mas, Montilla pretendía alertar al líder del PSOE de que la próxima noche electoral puede acabar igual o peor que la del 2006, cuando el PSC retrocedió, pero el tripartito salvó la mayoría.

Si el 28-N no se consigue esto último, CiU quedará en mayoría (más o menos holgada) y deberá lanzarse al ejercicio del cortejo. Montilla no duda que la primera puerta a la que llamará Mas será la de la Moncloa. Y ahí la amistad entre socialistas, muy alejada de la unidad escenificada ayer, tendrá una difícil prueba.

Luego animó a "plantar cara", por un lado, a los que intentan "separar y dividir" y, por otro, a los que dan por ganados lo comicios, en la única crítica explícita a CiU. Abonó la estrategia de situar la identidad en el frontispicio de la precampaña socialista, en parte para diluir los efectos negativos que les puede causar la gestión de la crisis.