Qué pienso del monumento a las víctimas. Pienso que nadie debería tener un monumento por morir, sin más. No me parece constructivo hacer altares porque te maten. Un asesinado no es un héroe, no es un santo, no es una estrella de rock, ni un libertador, "ni un luchador por la patria", ni nada de esas cosas a las que se suele erigir monumentos. Quiero proponer una idea. Hagamos de ese monumento el monumento a los vivos del 11-M y de cualquier conflicto. A los que intentan luchar cada día por construir la paz. A los que se manifiestan contra las guerras. A los que luchan por la justicia social.

Cada vez que crean que alguien se merece un homenaje por ser buena persona, porque les dé alegría, porque les haya ayudado, o porque acabe de nacer, cojan una rama de olivo, una flor blanca, un poema, o una foto y pónganla al pie del monumento para recordar a quien aman. Que se deje una vitrina para poner las fotos de todos los Nobel de la Paz. Que los líderes políticos y religiosos jueguen al corro de la patata alrededor de la campana y recuerden que fueron niños.

Que dejen a los amigos de mi hermano hacer un botellón en él, aunque sea una vez. Y que el 11-M haya fiesta en la calle, en Atocha, en el Pozo, en Santa Eugenia, que pongan chiringuitos, y música, y que la gente baile, y que cuando todos miren al cielo sonrían y el cielo les ayude a sonreír. Seguro que las 192 almas de los muertos se toman ese día una caña a nuestra salud y encuentran alguna utilidad a esto. Seguro que es absurdo, pero las ideas cabales me ponen triste y hasta el momento, no me han hecho más feliz.