"¡Son unos mercenarios! Mercenarios financiados por la potencia extranjera para subvertir el orden interno y cometer actos de violencia y terrorismo", dijo Felipe Pérez Roque sobre los disidentes políticos encarcelados en Cuba. Las palabras del entonces ministro de Exteriores ante la prensa mudaron la cara del jefe de la diplomacia española, Miguel Angel Moratinos, y dinamitaron su primera visita a la isla, en abril del 2007. Hoy, el titular de Exteriores vuelve al país caribeño con el objetivo de conseguir que el régimen "vaya ganando espacios de libertad", según fuentes diplomáticas.

La misión es difícil tanto por la complejidad de la relación con las autoridades cubanas como por la oposición que el PP mantiene ante cualquier diálogo con el régimen que no incluya a los disidentes, a los que Moratinos tampoco verá en esta visita, una tarea que, una vez más, el ministro dejará en manos del director general de Iberoamérica, Juan Carlos Sánchez.

Moratinos ha querido regresar a Cuba, dos meses antes de que España asuma la presidencia de la UE, para demostrar que el Gobierno está dispuesto a hacer gestos hacia un régimen observado con cierto optimismo tras el relevo de Fidel Castro por su hermano Raúl y sus nuevas relaciones con EEUU.

VIAJE "PREMATURO" Entre los gestos del Gobierno español, según fuentes de la Moncloa, no se incluirá antes de finales de año una visita del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, por considerarlo "prematuro" y por el temor de que sea "malinterpretado" por las autoridades cubanas.

Durante su visita a la isla, Moratinos estrechará lazos con los nuevos responsables de la política exterior cubana, que sustituyeron a Pérez Roque y al vicepresidente Carlos Lage, relevados a raíz de las críticas dirigidas a los hermanos Castro.