El riesgo de la abstención ha sembrado la incertidumbre sobre quién gobernará la Comunidad de Madrid, que mañana repite elecciones. La movilización de un desmotivado electorado de izquierdas ha sido el objetivo de PSOE e IU en la campaña que terminó anoche a fin de repetir la mayoría progresista que se frustró con la traición de Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez.

Los casi cuatro millones y medio de madrileños llamados a las urnas (exactamente 4.455.756) deberán dilucidar si quieren un presidente de izquierdas --el socialista Rafael Simancas con apoyo de IU-- o de derechas --la popular Esperanza Aguirre--.

EL RETO

Tras los mensajes de ambos candidatos subyace el reto de proporcionar una victoria a sus líderes respectivos, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, que se verán por primera vez las caras en las legislativas de marzo del 2004. El PSOE quiere quitarse la espina de la deslealtad de sus dos tránsfugas, y el PP deberá resolver, tras los comicios, qué hace con su secretario general regional, Ricardo Romero de Tejada, que el 10 de junio, día de la deserción de Tamayo, recibió en su despacho al promotor inmobiliario Francisco Bravo Vázquez, amigo y protector de los tránsfugas.

Esperanza Aguirre, que el 25 de mayo se quedó a un escaño (55) de la mayoría absoluta, no ha cambiado ni su programa ni su lista. En la campaña ha culpado a los socialistas de la crisis institucional y ha agitado todos los peligros ante una futura alianza con los "comunistas".

Los populares han mimado a su electorado para repetir el resultado de mayo, pero han evitado el enfrentamiento encarnizado con los socialistas --la "movilización externa" la llaman--, para no sacar de su desencanto a los votantes de izquierda que darían la mayoría a Simancas. Por esta misma razón ha ocultado las encuestas internas más favorables, que le dan entre 59 y 60 escaños.

LOS DOS EJES DE SIMANCAS

La campaña de Rafael Simancas ha pivotado sobre dos ejes. En la fase inicial primaron los ataques contra "el mundo de la mafia y de la delincuencia urbanística", mientras el candidato pregonaba la voluntad de Madrid de "tener un Gobierno decente que no se deje comprar". En esa línea, situó como número dos de la candidatura socialista a la exministra Matilde Fernández, la exconcejal que más luchó contra las operaciones pelotazo .

En la etapa final florecieron las ofertas sociales transversales, aquellas que buscan mejorar la calidad de vida del votante urbano de diversas franjas de edad que, según los expertos, no está cerrado a modificar su intención de voto o a enmendar su decisión de abstenerse. Así, según un experto socialista, las propuestas sobre gratuidad en el transporte público, la no discriminación salarial de las mujeres o el compromiso de construir 100.000 viviendas protegidas "han reactivado a nuestro electorado".