El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha ratificado hoy su respeto a las opiniones discrepantes de la Iglesia con la política socialista, pero ha advertido de que no se van a callar ante determinadas críticas: "las cosas en su sitio y cada uno en su sitio". En un desayuno organizado por el Foro Nueva Economía, Zapatero ha vuelto a hacer referencia al acto organizado por la Iglesia el pasado 30 de diciembre en Madrid y ha reiterado que "no es asumible" que dos cardenales digan que leyes como la del divorcio, el aborto o el matrimonio entre homosexuales debilitan los derechos humanos o disuelven la democracia.

Zapatero ha querido también dejar claro que se mantendrán los acuerdos entre el Estado y la Iglesia, que funcionan, y ha saludado al nuncio del Vaticano en España, que asistía al desayuno, y con quien tiene pendiente tomar un caldo en la Nunciatura, según ha señalado. Tras mostrar su sorpresa por las voces que dicen que el Gobierno ha iniciado una ofensiva contra la Iglesia, ha recordado que fueron los cardenales quienes, "justo entre la Natividad y la Epifanía", hicieron un "ataque serio" al Ejecutivo.

"Si estábamos todos tan felices; si no había ningún problema con la Iglesia, sobre todo desde que está Paco Vázquez" de embajador ante el Vaticano, ha bromeado. Zapatero ha insistido en que no se puede pedir a los socialistas que se callen cuando escuchan críticas "tan exageradas" y ha asegurado que él no se atrevería a decir "qué tiene que hacer la Iglesia católica para mejorar algunos de sus objetivos". A su juicio, no es comprensible esa "obsesión" con el divorcio, cuando "ya no cabe en ninguna cabeza razonable" que se condene a convivir a una pareja y cuando, ha ironizado, "el número de anulaciones matrimoniales tampoco desciende".