Marbella también tiene su barrio de La Mina (Barcelona) o de Las 3.000 viviendas (Sevilla). La zona marbellí equiparable a estos dos enclaves se llama Albarizas y junto con otros barrios desfavorecidos, como Divina Pastora y Plaza de Toros, tiene mucho que ver en la perpetuación de Jesús Gil en el poder local marbellí durante la última década. Porque si la Marbella rica es gilista , la Marbella pobre casi lo es más o, cuanto menos, igual.

Cuando el difunto Jesús Gil llegó al poder en 1991 por mayoría absoluta, el PP e IU se quedaron sin un solo concejal en el ayuntamiento. Los hasta entonces votantes del PP, la Marbella pudiente, vieron en el recién llegado a un hombre vinculado a los negocios inmobiliarios que hacía explotar las posibilidades del mercado urbanístico.

Pero también se ganó a los votantes de izquierdas, a los que no descuidó ni un instante. A los más marginales, a los del barrio de Albarizas, se los metió en el bolsillo y ahora le añoran. Rememoran que no era extraño ver al mismo Gil, especialmente durante la primera época, en el mercadillo El barato de los lunes, en los servicios sociales y en los centros cívicos recogiendo demandas de trabajo para los servicios de limpieza y de jardinería del Ayuntamiento de Marbella. Recuerdan cómo estaban de limpias las calles y de seguras, con patrullas policiales constantes. En las elecciones de 1995, Gil recogió todos los frutos y aplastó a sus adversarios más que en el 1991. Y repitió otra vez en 1999.

Satisfacción general

El barrio de Albarizas también desayunó ayer con el impacto de la entrada en prisión de la alcaldesa Marisol Yagüe. En general, satisfecho con la decisión adoptada por el juez. Porque, para ellos, que depositaron toda su confianza en Julián Muñoz al ir de la mano Gil en el 2003, Marisol no es lo mismo, más bien la detestan. "Qué se pudra en la cárcel", era una de las respuestas más discretas que se escuchaban ayer en este barrio. Nada que ver a las muestras de apoyo que recibió Gil cuando estuvo en prisión.

"Gil robaba, claro que robaba, pero ayudaba a los demás e hizo mucho por Marbella", argumenta sin dejar de barrer Josefa Santiago, empleada del servicio de limpieza municipal. "Era un ladrón divino", reía después de confesar que hizo campaña por él porque creyó plenamente en su proyecto. Tras poner de vuelta y media a la todavía alcaldesa, Josefa asegura que desde que Gil fue inhabilitado, nunca se volvieron a preocupar así por ellos.

La colonia del Angel

No quiere dar su nombre, sólo afirma que tiene 52 años y 10 hijos, una de ellas toxicómana. Flanqueada por dos de sus nietas, esta mujer atravesaba ayer la explanada donde mañana se instalará el mercadillo en Albarizas. "Adoraba a Gil", confesó a modo de introducción: "Le entregó a mi hija drogadicta las llaves de una de las casas de la colonia del Angel". Es el nombre que recibe el núcleo de vivienda protegida que Gil regaló, literalmente, a personas más marginales de Marbella. "Le dijo: Estás enferma, eres madre y te vamos a ayudar", recordaba, todavía agradecida, la madre de la beneficiada, que se pregunta cuánto tiempo se pasará en la cárcel la alcaldesa de Marbella pensando en la condena de 10 años que pesa sobre su hija por trapichear con droga con el único fin de satisfacer su propio consumo. "No creo en la justicia", dijo antes de irse.

Realmente, es difícil encontrar en todo el barrio a alguien que cargue las tintas contra Jesús Gil. Tan difícil como encontrar a alguien que defienda a capa y espada a Marisol Yagüe. Juan Rodríguez, jardinero, de 61 años, llegó a decir en el transcurso de la conversación que "ojalá estuviera vivo". A su lado, sentado en una precaria terraza junto a un quiosco de golosinas, Sebastián Heredia, un gitano de 45 años, aseguraba que le perdonaría a Gil todo lo que hubiera hecho sólo por cómo se comportó con algunos convecinos a los que dio trabajo pese a ser gitanos. Detrás suyo, en una zona ajardinada entre dos bloques corrían varias gallinas y dos pequeños ponis pastaban atados a los árboles.