Sin mencionar siglas, pero de forma más clara y rotunda que nunca, los obispos pidieron ayer a los creyentes que no voten al PSOE. Al rosario de reproches que vienen formulando contra José Luis Rodríguez Zapatero --regulación de la bodas gais, la asignatura de Educación para la Ciudadanía, la ley de memoria histórica...--, los prelados añaden uno nuevo: la negociación con ETA. La nota episcopal también alerta contra los partidos nacionalistas y sugiere a los católicos que el 9-M apoyen a los "que sean compatibles con la fe y las exigencias de la vida cristiana" y defiendan la "unidad de España". En resumen, los obispos animan, aunque subrepticiamente, a votar al PP.

La dureza del documento, que consta de diez puntos a modo de manifiesto electoral, indica que el sector más ultraconservador del episcopado, encabezado por los cardenales Antonio María Rouco Varela, Antonio Cañizares y Agustín García Gasco, se ha impuesto a los obispos vascos y catalanes, más templados y partidarios de rebajar el clima de confrontación con el Gobierno. De los 19 obispos que componen la comisión permanente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), 17 apoyaron el texto.

CONTRA EL TERRORISMO Aunque los prelados siempre difunden una orientación moral ante los procesos electorales, nunca antes habían condenado el diálogo con ETA. En vísperas de las elecciones del 2004 se limitaron a rechazar el terrorismo, y en el 2000 abogaban por proseguir la "búsqueda sincera de la paz".

Solo un año antes, durante el anterior alto el fuego, la Iglesia había autorizado al obispo Juan María Uriarte a mediar entre el Gobierno de José María Aznar y la banda.

"El terrorismo es una práctica intrínsecamente perversa, del todo incompatible con una visión moral de la vida justa y razonable", reza el documento de ayer. "No solo vulnera gravemente el derecho a la vida y a la libertad, sino que es muestra de la más dura intolerancia y totalitarismo", agrega, para concluir que una sociedad libre y justa no puede reconocer explícita ni implícitamente a una banda terrorista "como representante político de ningún sector de la población, ni puede tenerla como interlocutor político".

Los obispos también hacen una referencia crítica a los nacionalismos. Reconocen en principio "la legitimidad de las posiciones nacionalistas que, sin recurrir a la violencia, por métodos democráticos, pretendan modificar la configuración política de la unidad de España". Pero, a renglón seguido, llama a "tutelar el bien común de una sociedad pluricentenaria" como España y a "superar decididamente las tendencias corporativas y los peligros del separatismo". De un plumazo, el texto censura tanto la enseñanza que se imparte en algunas autonomías como la ley de memoria histórica: "Hay que evitar los riesgos de manipulación de la verdad histórica y de la opinión pública en favor de pretensiones particularistas o reivindicaciones ideológicas".

UNA SOLA FAMILIA El alegato contra el Ejecutivo de Zapatero se detiene con crudeza en la ley que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. En la orientación de los prelados solo cabe la defensa de "la familia fundada en el matrimonio, evitando introducir en el ordenamiento público otras formas de unión", porque "contribuirían a desestabilizarlo". Tampoco se olvidan los prelados de la "defensa de la vida humana en todas sus etapas", un claro rechazo a la ley del aborto, vigente desde hace dos décadas y que el PSOE no se ha comprometido a reformar.

El dedo acusador de la CEE también se dirige hacia la reforma educativa del PSOE. A su juicio, la introducción de la asignatura de Educación para la Ciudadanía como materia obligatoria ha hecho saltar por los aires el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos en los criterios morales de cada cual.